Me sorprendió que en junio
Ruta 66 escogiera el disco de Peter Perrett como disco del mes. Tras los discos
de The Only Ones pensaba que la carrera de Perrett estaba finiquitada de manera
definitiva y lo cierto es que ni me percaté de la publicación en 1996 de Woke
Up Sticky firmado como The One. Él
lo explicaba en una entrevista en El País: “Soy muy vago. Alguien me tiene que dar una colleja para que vuelva a
hacer lo que se supone que debería haber estado haciendo. El primer toque de
atención fue un festival en 2014, y de ahí me dieron ganas de volver a hacer un
álbum. Sí, exceptuando un par de años entre 1994 y 1996, desde que disolvimos
The Only Ones en 1980 no había vuelto a actuar hasta 2007, cuando volvimos.
Hicimos unos conciertos en España, pero era un acto nostálgico para los fans
que no nos habían visto en 27 años, o que no nos habían visto jamás. No se
trataba de una cuestión orgánica, sino una experiencia religiosa para contentar
a los fans, algo parecido al cabaret”. Para acabar concluyendo que “siempre supe que las drogas destruían la
creatividad, de ahí mi ausencia durante décadas. En realidad, es un tema muy
aburrido incluso para hablarlo, porque no haces nada. Durante años me limité a
sentarme a tomar drogas y mirar a la pared. No da para mucho tema de
conversación”. Es difícil esperar algo de alguien cuando se tira tantos
años sin hacer absolutamente nada en el terreno musical. Por eso la cosa
sorprende aún más.
Mojo y Uncut parecieron
dar la razón a Ruta 66 cuando también destacaban el disco de Perrett un mes
después, así que cuando me lo ofrecieron en la redacción de Mondosonoro, no
dudé en llevármelo a casa para comprobar si había para tanto. Y lo hay. El
británico ha construido un disco emocional, nada pesimista, en contra de lo que
quizá cabría esperar de él, y con un montón de aristas que lo hacen
interesantísimo para el oyente. Escuchándolo parece difícil creer que este tipo
lleva tanto tiempo alejado del mundo de la música porque canciones como la pop
«An Epic Story» o ese oscuro baladón que es «C Voyeurger» están al alcance de
muy pocos. “No morí, al menos todavía no,
todavía soy capaz ... de un último aliento desafiante” canta
en la muy Tom Verlaine «Something’s in My Brain», y esa sensación de
supervivencia recorre todo el disco. Con un ritmo vocal relajado, apoyado por
la banda de sus propios hijos, Perrett da carnaza a aquellos que seguirán
acusándolo de ser un Lou Reed de segunda en temas como la titular del disco,
con reminiscencias a «Sweet Jane», pero ellos s elo pierden. Porque aquí hay un
artista maravillosamente imperfecto, con una personalidad apabullante y que se
ha marcado uno de los discos de rock, a secas, de este año. Al tiempo.
Sonando: Something’s
in My Brain de Peter Perrett
1 comentario:
Estara seguro en mis 20 discos del año,una maravilla de disco
Publicar un comentario