jueves, mayo 29, 2014

El primavera la sangre altera



Salir en Barcelona a ver un concierto la noche que se inicia el Primavera Sound no deja de ser curioso. Y más si coincide con que tu barrio está sitiado y con revueltas constantes por motivos que todo el mundo que haya abierto un periódico recientemente conoce de sobras. Una noche en que sabes que miles de personas llenarán un recinto simplemente porque alguien les ha dicho que han de estar allí. No puede ser de otra manera. Porque no. Me niego a creerme que de las 180.000 almas que dicen se esperan en el Festival de marras, no haya al menos un millar (hablo de menos del 1%) que semanalmente no encuentre motivos para desplazarse a un club. El problema es que nadie les dice que ir a los clubes es “guay”, “Mola”. Porque muchas de las bandas que además poblarán el Primavera han pasado ya por la ciudad en formato más pequeño y, probablemente, convivieron con salas medio vacías. Pero probablemente eso no vende. Es más cool el dichoso selfie con la foto de un escenario patrocinado por alguna marca de cerveza detrás o poder contar el frío que pasaste al lado del mar mientras un grupo del que nunca habías oído hablar (y por el que nunca volverás a preocuparte) te volaba la cabeza.

Y con esas te plantas en el bendito Rocksound. Ese poblado de Astérix que queda en la ciudad. En permanente lucha con los romanos. Y te das cuenta de que es cierto; el Primavera ha ayudado a la ciudad y ha hecho que una veintena de guiris se acerquen a la sala, a convivir con los de siempre y, por lo tanto, a que el promotor salve la noche. Y además la música fluye que, al final, es lo que interesa. Al menos a nosotros. A los guiris no lo tengo tan claro. Danny & The Champions of the World hacen un bolazo de campeonato, nunca mejor dicho. De los que no se olvidan. De los que pocas veces se ven en el Primavera. Y entonces miras tu entrada y ves que has pagado 15 €uros por él, y que otros han pagado más de diez veces más, simplemente, por salir más guapos en la foto y decir, que no demostrar, que les gusta el rock. Así somos.

Sonando: (When it’s) Springtime in Alaska

martes, mayo 27, 2014

John Fullbright y sus canciones




Me parece un acto de valentía llamar a un disco simplemente Songs. Hay quien asegura que es mucho más arriesgado titularlo con tu propio nombre porque indica que te lo juegas todo y vas de cara, pero a mí me parece más valiente optar por "canciones". Ahí no sólo te ofreces a tumba abierta, sino que pareces reclamar que el objetivo se fije en el eje central de cualquier músico: la canción. Suena a “olvídate de mí, de cómo canto, de cómo toco y fíjate en la canción. Si no está bien que no lo arregle una buena voz o un buen solo de guitarra porque la canción es lo que importa”. Y John Fullbright ha titulado su segundo disco simplemente así, Songs. Un músico cuyo disco de debut (si no tenemos en cuenta un directo previo) estuvo nominado en 2013 al premio al mejor trabajo de Americana. En este Songs, este músico criado en una granja de Oklahoma, que debutó en el Woody Guthrie Folk Festival hace apenas cinco años, demuestra su intención desde el momento en que presenta unas canciones de folk-rock americano que han sido compuestas partiendo del piano, y no de la guitarra acústica como suele ser habitual. Eso lo acerca a sonidos en la línea de Richard Hawley o un Ryan Adams tocado por los crooners sin perder el gusto por el sonido de las seis cuerdas.  Un disco espontáneo, fresco y que, en sus propias palabras “se deja llevar por lo que cada historia requiere en su momento”. Y bien bonito le ha quedado.

Sonando: Happy de John Fullbright

lunes, mayo 26, 2014

Bryan Lee, histriónico blues



Muy buen trabajo de este tipo que desde su portada parece una mezcla entre Leon Russell y un presentador de circo pasado de anfetaminas.  A medio camino entre la sonoridad de Van Morrison y B.B.King, no sorprende que Eric Clapton lo haya definido como “uno de los mejores bluesmen que he escuchado nunca”.  Aunque este músico que ha formado parte de la banda de Duke Robillard va un poco más allá y aporta a su sonido pinceladas de soul e incluso algo de pop que le sientan francamente bien. Equilibra a la perfección buenas versiones de Freddie King, Aaron Willis (espléndida «When loves begin»)  o Willie Dixon con temas propios entre los que destacan «Let Me Love You Tonigh» y «Sixty-Eight Years Young». Ciego desde los ocho años, Lee ha destacado que ese desgraciado hecho le dotó de una mayor sensibilidad para la música y eso parece quedar patente en los diez temas de este disco que funcionará por igual en las radio fórmulas o en los equipos de los oyentes más exigentes. Así da gusto.

Reseña del disco Play One for Me aparecida en Ruta 66 de Mayod e 2014

Sonando: When loves begin de Bryan Lee

miércoles, mayo 21, 2014

Tercera entrega de The Baseball Project



Siempre he tenido la impresión de que The Baseball Project, el proyecto de entretenimiento creado por Scott McCaughey (The Minus 5, Young Fresh Fellows) junto a amiguetes como Mike Mills y Peter Buck, ambos ex R.E.M. y Linda Pitmon y Steve Wynn de Dream Syndicate, no terminaba de arrancar. Sus dos primeros trabajos contenían momentos excelentes pero les faltaba regularidad, algo quizá achacable a la esencia del grupo. Este disco, en cambio, ha acabado de un plumazo con esa sensación. Con los parámetros de siempre, aunque algo difuminados, que consisten en que sus canciones giren alrededor del deporte que les da nombre, el grupo se dedica aquí a realizar diversos homenajes musicales no velados, ya sea a los Big Star con el título del disco, o a Johnny Cash con temas como «A Boy Named Cy» en el que partiendo del «A Boy Named Sue del hombre de negro homenajean al pitcher Cy Young. Canciones en las que hablando de los Oakland Athletics o de los Rojos de Cincinnatti rinden tributo a aquel llamado Nuevo Rock Americano que lideraban sus mismas bandas madre en una especie de onanismo reconfortante (¿cómo si no?). Jugando a ser lo que hace tiempo dejaron atrás y disfrutando del intento. Quizá por eso suenan más frescos y menos encorsetados que nunca, dando rienda suelta a la creatividad en estado puro. Acústicos o eléctricos. Tan rock como pop. Todo vale, y todo suena bien. Y aunque hayan tardado tres discos en encontrar lo que querían, al final lo han conseguido. Que de eso se trata ¿o no?

Publicado en Ruta 66 de Mayo de 2014

Sonando:  A boy named Cy de The Baseball Project

martes, mayo 20, 2014

Felicidades Baby June

Cinco añazos ya. Mirando a través de tus ojos. Viendo el mundo con tu vitalidad. Con tu alegría. Con tus ganas de hacer cosas. Siempre deseando jugar. Con esa energía inagotable. Te has hecho muy grande June. Y aunque me dicen que cada día eres un poco menos mía, porque eres más independiente, tú siempre serás mi bebé. Te quiero mi tesoro.


domingo, mayo 18, 2014

El Cabrero y el fantasma de Woody Guthrie



Lo de anoche del Cabrero no tiene nombre. Difícil definirlo con palabras. Pocas veces he visto a alguien (y he visto a muchos) llenar un escenario de esa manera sólo con su presencia. No le hizo falta ni siquiera cantar. Eso sí, cuando lo hizo aparecieron por allí los fantasmas. Y es que, a pesar de un sonido mejorable, no achacable al artista, por la sala decidieron aparecer los espíritus de Hank Williams, de Johnny Cash y de Woody Guthrie. De Hank tiene José el poso, la capacidad para contar historias, la rapidez de respuesta y la poesía en la garganta. De Cash tiene la profundidad de su voz, la actitud y su ropa negra. Esa que lleva por el mismo motivo que Johnny. Y de Woody tiene esa capacidad para tocar a los poderosos allí donde les duele. Esa fuerza en sus palabras, ese quejío. Porque si la guitarra de Guthrie mataba fascistas, la voz de José los entierra bien abajo. Inconmensurable. Arte puro. Y lo dice un vago seguidor del Flamenco. Porque El Cabrero no es solo eso. Es mucho más. Sólo hay que ver su piel tostada por el sol para darse cuenta de que la tierra lo ha acogido como parte de ella.

Sonando: Lluvia de El Cabrero

PS: Tampoco tiene nombre la actitud infame de la sala. Alguien tenía que decirlo y lo hago yo. Tratar así a un personaje tan grande es una puñetera vergüenza. Mínimas facilidades, trato nefasto, catering ridículo…El colmo fue echar a la gente de la zona de merchandising cuando todavía había mucha que quería comprar. Y el recolmo echar del camerino a un músico de setenta años, que había dado un conciertazo cargado de antibióticos y dejarlo firmando discos en la calle sólo diez minutos después de haber acabado su recital. Pero El Cabrero volvió a pasarles la mano por la cara a aquellos que no dan más de sí. A aquellos que no soportan sus palabras. Porque firmó hasta el último de los discos que le pidieron, se hizo hasta la última de las fotos y  no paró de compartir amabilidad y sabiduría. No puedo evitar imaginarlo cayendo en la cama de su hotel, rendido, pero con la sensación de haber hecho lo que tenía que hacer. Un grande.

viernes, mayo 16, 2014

El Cabrero y Johnny Cash



Ayer me presenté en el espléndido homenaje de Th’Booty Hunters a Johnny Cash con mi camiseta de el Cabrero. Mañana haré lo mismo pero a la inversa. En el recital que José Domínguez ofrecerá en el Auditori de Cornellà (imprescindible, por cierto)  se encontrará entre el público a un tipo con la camiseta de Johnny Cash. Y sé que es reincidir en lo apuntado en mi novela, pro Johnny y José tienen mucho en común. Ninguno de los dos serían calificados normalmente como rockeros, pero ambos lo son más que nadie. Actitud, peligro, cosas que decir….esos calificativos se le daban a la música rock, entre muchos otros, en una reciente discusión en las redes sociales sobre las características (glups) que ha de reunir algo para ser considerado rock. Johnny y José los tienen todos y más. Porque además le unen la mirada. Profunda, intensa, expresiva, saliendo de las entrañas. Mañana en Cornellà, un teatro entero callará para oír lo que nos tiene que decir un Cabrero de Aznalcóllar. Lo escucharemos atentamente y nos dejaremos llevar. Eso es el rock. Aunque José, probablemente, nunca haya pensado en ello.

Sonando: Porque nunca me vendió de El Cabrero