viernes, mayo 31, 2013

The Smithereens - Blue Period



Como podéis comprobar estoy intentando recuperar secciones que hace tiempo tenía olvidadas. Recientemente lo hacía con Political World y ahora voy a por esas Canciones Indispensables que –no me pregunten el por qué- se quedaron en una veintena. Así que hoy voy a por uno de esos temas que, de una manera u otra, me marcaron en el pasado. En concreto hasta octubre de 1989, aunque yo la descubrí dos o tres años después. Al disco 11, tercer disco oficial de los grandísimos The Smithereens, que tiene como curiosidad el hecho de que su portada inspirara al poster de la película Ocean’s Eleven. La canción elegida es, aunque sorprenda, «Blue Period».

Y digo que puede sorprender porque aquel disco se caracterizó por tener un hit por encima del resto en su canción inicial, «A Girl Like You». Pero es que personalmente, cada vez que escucho «Blue Period» vuelvo a estremecerme como la primera vez. Una canción que no fue ni siquiera uno de los tres singles extraídos del disco (más tarde sí que apareció un 45 rpm con ella), aunque eso poco importa. No sé si es el cello de Gerri Sutyak, aunque me inclino más a pensar que son esos coros de la deliciosa Belinda Carlisle que se complementa a la perfección con la voz de un Pat DiNizio irreconocible respecto a su imagen actual con al menos cuarenta quilos menos de los que viste hoy. El caso es que la canción es simplemente maravillosa. De las que no se olvidan. Dos minutos y cincuenta y siete segundos de delicadeza, de sutilidad.

En 2007 Pat Dinizio era entrevistado por la web CliffordMeth.  En esa entrevista hay una parte definitoria de su actitud hacia esta canción:

CM: ¿Cuál crees que es la mejor canción que has hecho nunca?

PDN: Recuerdo cuando estaba escribiendo las canciones para 11 y le enseñé a mi esposa una demo de «Blue Period». Ella me dijo “¿realmente has escrito tú esa canción?”. No se creía lo buena que era, pero le sorprendía que yo hubiera podido llegar a componerla.

CM: Es mi favorita…

PDN: Mi esposa es de la opinión de que canciones como «Blue Period» deberían haber sido éxitos. No lo fueron. Fueron movidas incorrectamente o quizá estaban fuera de tiempo. Igual lo hubieran sido en 1966 o 1967. Siempre hubo problemas a todos los niveles con la distribución, pero no hablemos de eso.

Sonando: Blue Period de The Smithereens.

jueves, mayo 30, 2013

Pete Yorn, el disco que había olvidado (o uno de muchos)



El otro día al recoger el paquete mensual de Second Spin. Por 20 dólares llegaron a mi casa nada menos que diez nuevos discos. Uno de ellos era un álbum que escuché mucho en su momento pero que no tenía original. Quizá por eso hacía años que no lo pinchaba hasta esta pasada semana. Se trata del segundo disco del songwriter de Nueva Jersey Pete Yorn, Day I Forgot, publicado originalmente el año 2003. Un disco que para muchos supuso un fracaso después del éxito de su debut, musicforthemorningafter. Revistas como Rolling Stone o Uncut puntuaron muy bajo el álbum y lo consideraron el final de la carrera de Yorn. Nada más lejos de la realidad porque después de él llegaron cuatro discos más, aunque es cierto que ya llevamos tiempo sin noticias suyas. Concretamente desde que en 2010 publicara PY.

La cuestión es que opiniones ajenas al margen, personalmente me encanta Day I Forgot. Será porque muchas de sus guitarras las tocaba el entonces miembro de R.E.M. Peter Buck.  O porque «Come Back Home» me parece un temazo de la leche.  Algo que también me sucede con «Crystal Village». O porque una letra tan ridícula como «Burrito» traspasa la atención del tema a unas guitarras enérgicas casi punks. O porque en la edición japonesa (la que he comprado) el tío se marca una versión suprema del »Suspicious Minds» de Elvis.  El caso es que a mí me gusta y a fin de cuentas, de eso se trata ¿no?

Sonando: Committed de Pete Yorn

miércoles, mayo 29, 2013

Manrique, los discos y Pello Artola



Impresionante entrevista la que Efe Eme le ha dedicado a Diego A. Manrique, uno de los tótems del periodismo musical patrio, en dos instructoras partes que merecen ser leídas con atención. Por fin una entrevista difícil para Diego (probablemente la otra es que le realizó Jaime Gonzalo para Ruta 66). Una oportunidad para conocer lo que opina sobre muchos temas alguien tan esencial para los que nos dedicamos a esto. Y no, no soy de los que piensan que todo lo que dice Manrique va a misa, pero sí creo que por su experiencia merece ser escuchado o leído, en este caso. Puedo discrepar en muchas cosas, aunque estoy de acuerdo en más respecto a las que disiento. Ayer me pasé buena parte de la entrevista con Xarim Aresté dándole vueltas a algunas de las cosas que la fantástica ristra de preguntas de Juan Puchades le extrae al escritor de Jinetes En La Tormenta. La que más chocó a Xarim fue cuando Diego asegura que “Se mantiene la idea de que el directo es la máxima expresión de la música popular, y discrepo totalmente: la máxima expresión es el disco. Aunque eso no te lo va a reconocer ningún artista porque, obviamente, viven del directo, pero un disco es tan merecedor de atención, de espacio y de estudio como una película”. Acojonante y a contracorriente, efectivamente.

Aresté me dio una respuesta para empezar nuestras tribulaciones si más no ingeniosa “pues lo tengo jodido Edu, porque algunos de los discos que más me gustan son en directo”. Más allá de esa ironía es interesante reflexionar sobre lo que dice Diego. Fijémonos en Dylan (¿cómo no?) por ejemplo. Sus directos, y hablamos de uno de los artistas más irascibles de la historia, han debido plegarse a tocar día sí y día también sus grandes éxitos. Rara es la noche que no suenan Blowin’, The Times o Like a Rolling Stone. Su banda está mejor o peor dependiendo del show y él, evidentemente también. El concierto se convertirá rápidamente en un recuerdo, muchas veces formado por nosotros mismos de manera subjetiva gracias a inputs ajenos a la música en sí: compañía, lugar, meteorología, estado psíquico, estado físico….eso nos construirá una reminiscencia que, con los años, se irá emborronando y recreándose de mil maneras convirtiendo el recuerdo en lo que nosotros queremos que sea.

Hace semanas leía en una contraportada de La Vanguardia que los niños no recuerdan nada anterior a los cuatro años. Está científicamente probado. Y si de adulto crees recordar algo es en base a lo que te han explicado y gracias a lo cual te has construido un recuerdo que realmente no coincide con lo que pasó. Yo, por ejemplo, recuerdo perfectamente a Pello Artola jugando en el Camp Nou cuando servidor tenía tres añitos. Pues empíricamente no puede ser. Ese recuerdo se construyó posteriormente. Y, aunque no de la misma forma, muchas de las cosas que pasan en los conciertos también. Servidor, viendo más de 50 bolos al año, no lo puede recordar todo y de todos y al final se basa en sensaciones para emitir recuerdos. Pero ¿y el disco? Ah, eso es más fácil. Para recordarlo sólo has de volverlo a pinchar. Vivo una época de escucha compulsiva de algunos discos que hacía años que no pinchaba. Recupero clásicos y los exprimo, como antes, porque ellos siempre están ahí. Son lo que dejan los músicos para la posteridad. En cambio los conciertos vienen y se van. Es más fácil recordar el último que has visto que los anteriores. Entonces ¿tiene razón Manrique? Probablemente una vez más sí, o al menos a mí me ha convencido. Eso sí ¡cómo paraba Artola!

Sonando: Heartbreak Superstar de US Rails

martes, mayo 28, 2013

Xarim Aresté, ecléctico ladronzuelo




Hoy me voy a entrevistar a Xarim Aresté. Ya hablé de él por aquí hace unas semanas, cuando estaba a punto de ir a verlo a la sala Heliogábal, en una presentación íntima de su disco Lladregots. Ganas tengo de hablar con el bueno de Xarim y preguntarle unas cuantas cositas que tengo apuntadas. No muchas. Con la gente como Xarim lo que suele funcionar es acabar dejando que la conversación te de declaraciones suculentas e interesantes para el futuro lector. Por lo pronto ahí les dejo el texto que escribí sobre su disco para Efe Eme y que, por supuesto, pueden leer en su página web también.

Empezaré esta reseña de forma inusual y les contaré un par de anécdotas. Habitualmente suelo intentar preguntar la primera vez que veo a mis amigos músicos tras algún concierto cómo les ha ido el bolo más cercano. Dicha costumbre tiene algo de cortesía y mucho de interés real. Son gente a la que aprecio y hasta quiero, y me gusta saber de sus aventuras. Recuerdo especialmente una de esas veces en las que uno de mis amigos (y por motivos obvios no diré el nombre) me confesaba que “el bolo fue bien pero tuvimos que aguantar delante a unos tíos raros, de esos hippies que te gustan a ti, que eran un coñazo”. A continuación vino la ristra de nombres intentando adivinar a quién se refería hasta que dimos con él, en este caso con ellos. Meses más tarde, otro amigo músico, famoso y que acaba de editar disco con un reconocido productor, me confesaba “he visto a una banda cojonuda. En Cataluña tenéis muchas buenas cosas y me han enamorado”. Ambas anécdotas se referían curiosamente a la misma persona: Xarim Aresté.

Y me sirven estas historias reales para reflexionar sobre lo que es la música del líder de Very Pomelo, compañero habitual de gente como Gerard Quintana o Sanjosex, exmiembro de la banda de Maika Makovski y revitalizador en la sombra de las canciones de Josele Santiago. Un músico de esos que no deja a nadie indiferente y, sobre todo, con esa expresión que tanto nos gusta utilizar a los críticos: con universo propio. Y es precisamente la existencia de esa imaginería personal la que provoca que o caigas rendido a sus pies o directamente rechaces su propuesta. Es cuestión de entrar o no entrar. Quedarse en medio es imposible. No hace falta que les diga que yo me cuento entre los primeros.

Es Xarim tipo parco, dubitativo, tímido bajo el escenario. Todo lo contrario que su música. Ajeno a límites estilísticos, en constante evolución y con una capacidad de adaptación que casi asusta, Aresté es capaz de moverse en terrenos que van del rock and roll a la rumba, de la música de autor al funk, al folk o al jazz con una facilidad abrumadora. Fruto de una incontinencia creativa fascinante a la par que desbordante, Xarim es capaz de publicar con su banda, Very Pomelo, uno de los discos más interesantes del año pasado con “Radio Clotxa” para hacer lo propio este año, en este caso firmando un nuevo trabajo con su nombre y bajo el título de “Lladregots”.

Justificado el personalismo en el hecho de haberse encargado de todos los instrumentos, de la grabación, de la producción y de la lisérgica composición, Aresté se atreve a publicar estas trece canciones simplemente “porque no sabía qué hacer con ellas”. Y a nosotros no puede sino sorprendernos esa declaración tras la que no se esconde una falsa modestia sino la realidad del personaje. Todo lo contrario a lo que reflejan temas como ‘Els filòsofs’, la adictiva ‘La feinada que ens queda’, ‘La font’, ‘Esparadrap’, la dylaniana ‘L’allau’ o ‘Carnaval’; creaciones intensas, individuales pero integradoras de un todo que sientes pero no eres capaz de definir. Aportando aire fresco a una escena de música en lengua catalana ombliguista y demasiado enfocada al folk más lánguido Aresté afronta sus tonadas, a veces simples esbozos, con valentía, dándoles a cada una de ellas lo que necesitan o, al menos, lo que él es capaz de darles en cada momento. Magistral.

Reseña publicada por Efe Eme el 7 de mayo de 2013

Y aquí va el Meeting point que le hice para el número 304 de Ruta 66:

Disco Favorito. Iba a decir Muswell Hillbillies de The Kinks, que es el que suelo decir, pero diré Dixie Chiken de Little Feat, porque llevo ya un mes obsesionado con él.
Concierto Favorito. Black Crowes en Zeleste. No estuve pero me hubiera encantado (risas).
Canción Favorita. La de hoy es «Ladies of the Road» de King Crimson
Película favorita. Cometieron Dos Errores de Ted Post. Es mi favorita porque pensaba volver a verla esta noche. Pero en realidad no lo es.
Libro Favorito. Tao te King. Siempre me sentí muy identificado con el protagonista

Sonando: La Font de Xarim Aresté

Foto: Xavi Mercadé