martes, mayo 16, 2017

Los tres gestos de Jim Lauderdale





Hay cosas que a uno lo marcan. Detalles de esos que convierten un concierto en algo mágico. Cosas que quizá solo le llegan a uno pero que te noquean. Algo nimio, muchas veces, que los que no viven en primera persona son incapaces de comprender. Todos tenemos ese tipo de momentos. Y el domingo, en el espléndido concierto de Jim Lauderdale en Rocksound se dieron tres de esos.

El primero de ellos tuvo como protagonista una toalla. En un momento del concierto, cuando el bueno de Jim llevaba seis o siete temas, mi amigo Quique González, que se había pillado un avión desde Granada para no perderse el evento, me dice “habría que conseguirle una toalla que el pobre está como un pollo”. Servidor se larga al almacén y le pido una al gran Antonio que no tarde en ponerla en mis manos. Haciéndome hueco entre la gente se la dejo a Jim a sus pies y el tipo, encantador toda la velada, me da unas gracias con una sonrisa y un alzamiento de cejas. Después, sobrado de tablas, acaba el tema y coge la toalla del suelo para dirigirse al personal mientras me mira diciendo “Huy, me han dejado una solicitud. A ver qué dice”. Y como si leyera la toalla empieza a hablar “Querido Jim, me gustaría, si eres tan amable que pudieras tocar para todos nosotros una de mis canciones favoritas de tu repertorio. Siempre me ha gustado esa canción y…..”. Servidor, evidentemente babeaba ante tal ocurrencia y sentirme en un 0,0001 € protagonista de un servidor de Jim Lauderdale.

Segundo. Al llegar al humilde Rocksound, Jim, un tipo que ha tocado en los mejores escenarios del mundo empieza a mirar los posters colgados. Se fija en uno firmado por Blackberry Smoke y me dice “¿han tocado aquí?” le digo que no, mientras internamente pienso que si hubiera sido así a nuestro Antonio le da un ataque. Le explico que es uno de los grupos favoritos de los dueños y que una persona muy ligada a todos nosotros, nuestro Javi, fue el encargado de traerlos a España varias veces. Le explico que lamentablemente ya no está con nosotros y le enseño una foto que hay encima de la barra. Jim me mira y me dice “debía ser un gran tipo. Y además le gustaban Blackberry Smoke”, y me da una palmada en el hombro mientras me dice “tenéis un club que es una maravilla”. Le digo que no es mío, pero no puedo evitar sentir que una parte muy pequeñita sí lo es. De todos los que pasamos tan buenos ratos allí.

Tercer detalle. Quique y yo charlamos fuera de la sala, apoyados en la pared cuando Jim sale para irse. Nosotros estamos saliendo a la izquierda y él emprende camino hacia la derecha en busca de su furgoneta. Fugazmente se gira hacia dónde estamos y al darse cuenta de que estoy allí, vuelve tras sus pasos, se acerca y me espeta un “gracias, ha sido un placer” ¿Un placer? Ha sido una maravilla Jim. Una muestra de que ser tan grande en esto de la música no está reñido con la amabilidad y la elegancia. No tenía necesidad de hacerlo. Era un simple gesto. Nada hubiera cambiado en mi opinión hacia él porque toda la tarde estuvo encantador, pero lo hizo.

Ah, si quieren mi opinión del concierto, esta vez seré breve: insuperable.

Sonando: Wait Til Spring de Jim Lauderdale


2 comentarios:

joselu dijo...

Este señor para mi es el maestro ceremonias ideal con todos mis respetos para guardar y recordar....demasiados discos

Fina dijo...

Lo de la toalla, gesto anecdótico pero no irrelevante, fue un momento encantador, como él en todo el concierto.
Se le intuye una persona generosa, lo que le hace más grande aún.
Uno de los conciertos que más he disfrutado últimamente (a ello también contribuye el rocksound y la gente que va a sus conciertos), y estoy deseando que pasen esos seis meses o un año para volverle a ver, como nos prometió.
Me grabé ese "Headed for the hills" maravilloso, del que nos hizo partícipes cantando con él. Maravilla.