De New Hampshire viene
este tipo que juega en la misma línea que mi adorado Pokey LaFarge. Decía No Depression en la reseña de su anteriordisco
que suena como “Willie Nelson cantando
una canción de Johnny Cash en Alabama en 1930”. Me encantan estas
definiciones tan visuales (o auditivas según se mire). No es una casualidad que
Gill Landry, de Old Crow Medicine Show lo escogiera como compañero de su gira
en solitario. De hecho, son amigos desde que en 1998 formaran juntos Kitchen
Syncopators.
Country blues, jugband, ragtime,
swing y hillbilly son los ingredientes principales de su receta. Todo eso con
la diversión el desenfreno como objetivos convierten el suyo en un plato
sabroso y apetecible. Cierto es que hay temas en este homónimo nuevo trabajo que
recuerdan a los OCMS pero reducirlo todo a esa comparación (endémica en su
carrera) es quedarse demasiado en lo superficial. Porque en la música de Woody
Pines, y eso es lo que lo emparenta claramente con LaFarge hay mucho de Nueva
Orleans y del swing callejero. No es menos verdad que ambos tienen los
instrumentos acústicos como punto de partida pero el coqueteo con otros géneros
alejados del country y el folk es mucho más evidente en Woody Pines.
Por si eso no fuera
suficiente, Woody es un auténtico ilustrado (como Pokey) de la música anterior
a 1950 y viste como en la época convirtiendo chalecos y zapatos de dos colores
en atuendo imprescindible. Una estética que sin duda colabora a dar
credibilidad a una propuesta cuyas canciones, a pesar de haberse publicado el
año pasado, y escrito apenas unos meses antes, parecen tener setenta años.
Simplemente adictivo.
Sonando: Anything for Love de Woody Pines
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