Hay veces en que es suficiente con prestar atención a los comentarios
que hace la gente al salir de un concierto para acabar construyéndose
una crónica perfecta del mismo. Comentarios como “Uno de los tres
mejores conciertos de mi vida (o directamente el mejor)” o “La mejor
versión que nunca le he oído de ‘Rockin ’in the free world’, y mira que
le he visto veces” eran algunas de las perlas que podían oírse en la
salida del inmejorable recinto barcelonés del Poble Espanyol tras el
concierto de Neil Young. Pero hay una que se me antoja esencial. Debió
ser más o menos así: “Increíble ver como Neil absorbía la
juventud y se contagiaba de las ganas de comerse el mundo de unos
hambrientos Promise of the Real”. Una definición perfecta de lo que habíamos visto. Ante sentencias así, poco más se puede decir.
El canadiense apareció en escena de manera casi sombría para sentarse
al piano y acariciar las teclas en una notable versión de “After the
gold rush”. Estábamos avisados, el concierto iba a empezar acústico,
suave, aterciopelado y crudo a la vez, para acabar agarrado a la
electricidad más rotunda. Cinco piezas fueron las necesarias para ver
entrar a Promise of the Real, entre las que destacó poderosamente un
‘Heart of gold’ que desaletargó al público y ese ‘Mother earth (Natural
Anthem)’ sentado al órgano que cerraba el espléndido “Ragged glory” (1990).
La aparición de la banda del hijo de Willie Nelson, que se erigió en
escudera de lujo a partir de “Out on the weekend”, demostró que a día de hoy es mejor grupo de acompañamiento que titular y que la compañía del tío Neil les hace mucho bien, y viceversa.
El concierto ya navegaba a una velocidad de crucero anclada en el
excelente, y de ahí no bajó, con mención especial a los momentos en los
que Neil cogía su vieja “old black”, la Gibson Les Paul que en 1969
intercambiaba con su entonces compañero en Buffalo Springfield, Jim
Messina.
Servidor se queda con varios momentos del concierto grabados en la
retina y en los oídos. Una emotiva ‘Alabama’. Una insuperable ‘Mansion
on the hill’. Un furioso ‘Revolution blues’. Un apabullante ‘Rockin’in
the free world’ que parecía no acabar nunca, cosa que a todos nos
hubiera hecho tremendamente felices. Y un bis estratosférico de casi
veinte minutos de ‘Cortez de killer’. Un final insuperable que dio paso
al grupo abrazado en corro en el escenario con un Young que no
desentonaba entre aquella panda de chavales a los que saca cuarenta
años. La magia del rock and roll. La magia de Neil Young.
Reseña del concierto de Neil Young publicada en www.efeeme.com
Sonando: Alabama de Neil Young
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