Reconocer la realidad no
es algo que nos sea fácil hacer. Especialmente si esta aporta algo negativo a
nuestra persona. Todos tenemos esa tendencia a la perfección interna mental, y
aunque luego nos guste decir eso de “nadie es perfecto”, a lo que añadimos “y
yo el que menos”, especialmente esta última parte ya nos cuesta más digerirla.
Que todos tenemos nuestro corazoncito y nuestro ego con ganas de dar guerra.
Por ello, y en un acto de constricción que me honora (¿ven?) debo reconocer que
últimamente me he convertido en el cascarrabias de los grande nombres del rock.
Ojo, que eso no significa que esté equivocado ¿eh? Lo que digo es que, pobre de
mí, me siento algo solo. Pero no se preocupen. Uno tiene una edad – quizá ahí
está el tema – y ya le preocupan poco o nada lo que los demás tengan que decir
sobre sus opiniones. Dicho sea esto, me culpo. Yo me cargué los discos de David
Bowie (Black star), Bob Dylan (Sinatrazos y similares), Bruce Springsteen
(Western stars) o Iggy Pop (Free). Será que estoy viviendo la crisis
de los cuarenta y cuatro, porque la de los cuarenta ya me queda algo lejos.
Pero ahora voy a por Robbie Robertson.
Insisto en mi tesis
habitual: un artista puede hacer lo que le plazca, y más si es una leyenda como
Robertson, pero nadie me obliga a que a mí me guste lo que haga. Y, desde el
respeto, se le puede y se le debe criticar, si hacemos honor a esta a veces
malgastada profesión de escriba rockero. Robbie Robertson, el que fuera una de
las voces de The Band, que no el cantante como veo en muchas publicaciones,
tiene nuevo disco y, en general, a mí no
me ha gustado. Algunos aseguran que es el complemento perfecto a Guesswork, lo nuevo de Lloyd Cole, y
quizá ahí está el problema. Porque tampoco me gusta. Sinematic, que así se llama lo de Robbie, viene cargado además con
un montón de colaboraciones que tampoco acaban de cuajar. Ahí están el
grandioso Jim Keltner, Dereck Trucks, Felicity Williams o J.S. Ondara para,
simplemente, aparecer en los créditos, probablemente fruto de una evidente
carencia de canciones. Especialmente sangrante es la más laureada de todas esas
apariciones. La de un hiperactivo Van Morrison que simplemente se presenta para
cantar algunas frases por su cuenta en la inicial “I hear you paint houses”. No
sé si estuvieron juntos en el estudio pero, si lo hicieron, para cantar cada
uno por su lado y a su manera, falta no les hacía. Y lo triste de esta
situación es que Robbie puede haber incluido en este trabajo alguna de sus
mejores letras, especialmente en las canciones más confesionales e
introspectivas como “Once were brothers” o “Dead end kid”. El problema es que
la música no acompaña. Estamos corriendo un grave riesgo con las maquinitas del
que ya avisaba Jimmy Page en 1978. Parece que una melodía trabajada ya no es
necesaria. Una buena base electrónica de fondo, cuatro improvisaciones de
guitarra encima y a soltar la letra. En eso estamos convirtiendo el buen arte
de la canción. Y peor es que mitos como el antes citado Pop o nuestro
protagonista Robbie se suban al carro.
También es cierto que, si lo analizamos con rigor, Robbie Robertson
lleva sin hacer una gran canción…Así que, enfurruñamientos al margen, y si no
quieren perder mucho tiempo escuchen buenas – no magistrales - canciones como
las ya citadas más arriba y poco más. Háganme caso. La cosa no está para perder
mucho tiempo.
Publicado en Efe Eme
Sonando: AnyWay AnyWhere AnyHow de Daniel Meade
3 comentarios:
De acuerdo con tus reflexiones en general, excepto lo del último disco de Bowie, que me parece espléndido, arriesgado y nada autocomplaciente.
Saludos.
Meter el disco de Bowie en el mismo saco que los siguientes que citas tiene delito. Otra cosa es que pases de él. Pero un poco de criterio, leñe, que a lo mejor no solo está de capa caída el arte de escribir canciones y ahora también lo vamos a unir a juntar letras.
Vaya por Dios, pues vengo, sin saberlo previamente (que conste) a coincidir con los dos anteriores opinantes. Incluir al Bowie de "Black Star" en esa pequeña lista no me parece justo. Creo que se trata de un muy buen disco, sin más, y sin menos.
Saludos,
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