Lástima del frío ambiente
que reinó el pasado domingo en Rocksound, porque si no estaríamos hablando de
uno de los conciertos destacados de la temporada. De hecho, a pesar de eso, lo seguirá
siendo. A la poca afluencia de público colaboró, sin duda, todo lo sucedido en
Catalunya esa semana, algo que también flotaba en la mente de muchos de los que
nos acercamos. En mi caso fue todo un esfuerzo acercarme a ver a los aussies, a
pesar de que sabía de su buen hacer en las tablas gracias al amigo Manuel Beteta.
Peor me congratulo de haberlo hecho. Mucho más jóvenes de lo que yo esperaba –
especialmente tres quintas partes de la banda – me encontré con un grupo que no
solo reúne esa energía desenfrenada del rock australiano, sino que además van
sobrados de buenas canciones. Y es que eso es precisamente lo que falta a
muchas bandas de las que vienen de allí. Tienen crudeza, energía, rabia,
actitud. Pero les faltan canciones. Y esa es una rémora demasiado grande para
ellas. The Volcanics, originarios de Perth, ya acumulan una buena discografía a
sus espaldas, pero además su nuevo trabajo Black Door está lleno de adictivas
tonadas que formaron el esqueleto de su actuación. Cargados de intensidad
arrancaron algo fríos, especialmente su peculiar cantante y frontman John
Phatouros, pero acabaron haciendo honor a su nombre entrando en ebullición.
Guitarras afiladas, fiereza vocal, atronadora sección rítmica. El grupo hizo un
perfecto ABC de lo que se entiende por rock australiano y demostraron por qué
son una de las bandas a tener más en cuenta de high rock and roll de ese país.
Sonando: Talk de The Volcanics
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