De Oakland, California,
viene Tyler Jakes, un rotundo músico de blues que no conoce fronteras a la hora
de hacer canciones e interpretarlas. En su música hay espacio para el
country-outlaw, para el punk, para el garage o para la música gitana por igual.
Apuesta por el Lo-Fi y tira de influencias seminales. Va a los orígenes y a
partir de ahí construye un muro sonoro poderoso que ha enamorado, entre otros,
a Th’Legendary Shack Shakers con los que ha girado en más de una ocasión.
Primario e irascible, aunque no por ello carente de orden armónico. Tyler Jakes
debe encantar a aquellos que disfrutan con las aventuras de J.D.Wilkes, con
Flat Duo Jets, con Left Lane Cruiser, con Black Diamond Heavies o con las
andanzas de Jim Jones. Porque tiene la misma intención que ellos: llevarnos al
límite. Dicen que en sus canciones se esconde la rabia del primer Dylan
eléctrico, el esmalte de T.Rex y la mezcla racial de Ennio Morricone. Acertada
descripción o no, lo cierto es que su propuesta no deja a nadie indiferente. A
mi tampoco, claro. Por eso suena en mi cabeza sin parar su último disco, Mojo Sucidide.
Sonando: Fat Cat
de Tyler Jakes
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