Este hombre de escasa
estatura y gran voz, como rezan sus discos, publicaba a finales del año pasado
su espléndido último disco, Nero. Original de Missouri pero residente en Berlín,
Ian Fisher apuesta por un country-rock aterciopelado marcado por su magnífica capacidad
vocal. No es un cantante rompedor. Fisher apuesta por la delicadeza y los
melódicos giros de su voz como arma principal de sus canciones. No en vano asegura que la nostalgia es uno de
los rasgos principales de su música. “Canciones
tristes regadas con cerveza alemana, eso es lo que hago”, dice. Leía en No Depression que Fisher tiene el talento
de Jim Croce, la pluma agresiva de Billy Bragg y los cuadernos de escritura de
Johnny Cash. Casi nada. Aunque lo cierto es que el disco es magnífico.
La Steel guitar de Ollie
Samland y las espléndidas armonías vocales de Alexia Peniquel marcan, sin duda,
buena parte del disco. Y lo hacen para bien. Fisher, por su parte, no baja el
listón interpretativo en todo en ninguna de las diez canciones del trabajo. Si
a eso le unimos que los temas rezuman calidad alcanzando en muchas ocasiones la
excelencia, la ecucación es fácil. Estamos ante uno de los grandes discos del
año que todas las listas olvidarán cuando pasen doce meses. Yo no pienso
hacerlo. Seguiré perdiéndome en su bruma y dejándome llevar por esa voz. Esa
voz. Esa voz.
Sonando: Almorst Darlin' de Ian Fisher
1 comentario:
Suena muy bien.
Gracias.
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