Si tienes entre tus
seguidores a gente como Buddy Miller, Lucinda Williams o Southside Johnny es
que muy mal no debes estar haciéndolo. Si además llevas veinte años en el
negocio y has conseguido sobrevivir a base de buenos discos al aluvión de
trabajos de rock americano yd e raíces que se dan cada año es que tienes algo
especial. Y Kevin Gordon lo tiene. Su música tiene aroma a barra de bar, unas
veces, y a pantano de Lousiana otras. Y con esos parámetros ha vuelto a sacar
un disco excelente. «Fire at the end of the world» es el mejor ejemplo no solo
de mis palabras, sino de lo que Kevin puede ofrecer. Pero también está la
magnífica guitarra de «Tilt & Shine» o «Saint on a Chain» que Rolling Stone
destacó en su momento como una de sus canciones favoritas de la semana. Y no es
de extrañar porque además de una gran melodía, contiene una letra de esas que
quita el hipo. “Todos los ríos hijos de una lluvia sucia, mira como brillan. Las
aguas se mueven como la sangre que empuja por mis venas”. O esa línea rural y
bucólica de «Rest Your Head» que reza “viento fresco a la sombra de una secuoya.
No puedo ver ese pájaro, pero soy tonto por pensar que está cantando solo para
mí”. Una historia que en sus propias palabras “está escrita desde el punto de
vista de alguien que ha vivido y probablemente morirá en un radio de pocos
kilómetros alrededor de Louisiana”. Tras ella estás convencido de que Kevin es
un maestro del swamp, un Tony Joe White del s XXI que extrae magia de su Gibson
ES-125 de 1956. Magia que aquí toma el título de Tilt and Shine.
Sonando: Rest
Your Head de Kevin Gordon
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