No hay nadie que describa
mejor la Barcelona oscura que Carlos Zanón. Así de claro. El flamante nuevo
comisario de la Semana de Novela Negra de Barcelona, y además encargado de
recuperar el legado del Pepe Carvalho de Vázquez Montalbán, se ha marcado una
novela espléndida, una vez más, que dicen que le aleja curiosamente de la
novela negra. Y yo no lo veo. Porque ni lo de Zanón era antes tan negro ni esta
Taxi lo es ahora menos. No noto
excesivas diferencias entre este magnífico texto y aquel Yo Fui Johnny Thunders, por ejemplo. Quizá en su argumento menos
policíaco ahora, pero ese no es tampoco el aspecto más importante de las
novelas de Carlos. Como si no quisiera divagarse en otros aspectos – ya saben
eso de aprendiz de todo, maestro de nada – Zanón se centra en la confección de
personajes, terreno que domina como pocos en la literatura, no ya patria, sino
mundial. Y los borda. Borda a Sandino, protagonista taxista de esta novela, en
un homenaje nada velado a una profesión común en su familia, pero también borda
al resto de compañeros nocturnos, amantes, policías, traficantes, dueños de
clubes, putas…Ellos consiguen que nos enganchemos a sus vidas. A los devaneos
de Sandino (sí, no tardarán en encontrar su conexión con The Clash), a la
aparición de personajes que nos son conocidos, Dani Nel-lo y Tori Amos andan
por ahí, a la descripción de calles que hemos recorrido mil veces y a las que
Zanón encuentra un nuevo magnetismo, y hasta a ciertos detalles de actualidad,
como el terrorismo islamista, que pueden pasar desapercibidos pero que ayudan
de maravilla a situarnos en la realidad. Y es que yo sigo pensando que igual
paro un taxi esta noche y Sandino es el que me recibe cuando abra la puerta.
Cosas que pasan.
Sonando: Side Effects de The Bronx
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