Cuando
Willy Vlautin anunció el descanso indefinido de su banda madre, Richmond
Fontaine, no fueron pocos los que se echaron las manos a la cabeza. Aquello
suponía la despedida, ya veremos si definitiva, de una banda que entendía el
Americana de manera muy diferente a la mayoría. Lo suyo era la sensibilidad, la
calidad literaria y la precisión instrumental. Americana para cultos, sin que
esto pueda interpretarse como negativo. No fueron pocos los que leyeron en ese
adiós una retirada de Vlautin de la música para dedicarse a su otra pasión, la
literatura. Pero olvidaron a The Delines. Un grupo que nace para aquellas
canciones que el compositor ve en una voz femenina, muy alejada a la suya.
Y así
nos llega este segundo disco de la banda integrada básicamente por Vlautin y
Amy Boone. Unas canciones que reinciden en lo apuntado en su debut y en los que
se apuesta por la languidez, bien entendida. Porque eso es lo que se percibe en
esas diez canciones aparecidas a principios del mes de enero. Melodías
arrastradas y voces sedosas que sirven de perfecto hogar a los siempre
magníficos textos de Willy. Alguien que engrandece la figura del cantautor y
que, con esta obra, no apta para todos los paladares, muestra las esencias del
country soul más tranquilo. Uno, abonado últimamente a trabajos más animados,
no puede dejar de reconocer que cuando algo es grande, es grande.
Publicado en Mondosonoro
Sonando: Mansion on the Hill de Neil Young
2 comentarios:
Me chirria pelin la frase buena musica y calidad literaria,algo me dice que mejor cada uno siga su camino en paralelo claro
Muy buen disco!
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