Leía con sorpresa unas
declaraciones de Brian Krumm, líder de The Great Crusaders en las que aseguraba
que en su último álbum habían conseguido sonar como querían, y que la
definición que más se acercaba a ellos podría ser un cruce entre Thin Lizzy,
The Smiths y Glen Campbell tocando en un garito californiano. Más allá del
estupor que causaron en mí esas palabras, esa conjunción que se me antojaba
imposible refleja a la perfección este noveno disco de estudio (segundo para
Blue Rose) de la mejor banda desconocida del mundo. Porque el álbum destila ese
hard-rock & blues que tan bien manejaban Phil Lynott y compañía, la
capacidad melódica de Morrisey y los suyos, y el aroma a clásico que ha
caracterizado toda la carrera del desgraciadamente retirado countryman de
Arkansas. Tan crepusculares como luminosos, The Great Crusaders han conseguido
con este trabajo dar un paso más hacia su consagración como grupo
indispensable. Y muchos se empeñarán en seguir sin enterarse, aunque nosotros
seguiremos igual de pesados insistiendo en lo contrario ¿quién levantará a la
banca?
Publicado en Ruta 66 (Septiembre 2017)
Sonando: It Only Took a Minute Not to Say Good Night de The Great Crusades
1 comentario:
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