Hace tres o cuatro años un
tipo se me acercaba humildemente en una fiesta de 66rpm Edicions y tras
presentarse diciéndome que compartíamos nombre me preguntaba si me importaba si
me regalaba un EP de su grupo a efectos de pegarle un orejazo. La cosa, bajo el
nombre de Dirty Rockets se hacía llamar Electrick
Shock. Tras investigar un poco descubro que es su segundo EP y que el grupo,
de Cornellá para más señas, ha compartido escenario con The Meows o Los Chicos,
entre otros. Su propuesta tampoco anda tan lejos de la de estos nombres aunque,
como no podía ser de otra manera, todavía suenan un poco verdes.
La siguiente vez que oigo
el nombre de Dirty Rockets es cuando en Mondosonoro me entregan su álbum de
este mismo año, Death or Fun, editado
por Clifford Records para hacerles una entrevista. Un trabajo que desde su
portada, con los cuatro miembros de la banda elegantemente vestidos en rojo y
negro muestra que nos encontramos ante algo muy serio. A medio camino entre el
punk, el rock neoyorquino de los setenta, el rock and roll primitivo, el garage,
el blues sucio y el soul, es imposible no asociarlos a nombres como los de Dr.
Feelgood, Flamin’Groovies, The Cramps, Flat Duo Jets, The Sonics o New York
Dolls. Se atreven a versionar a Rufus Thomas y a Chuck Berry e incluso me
atrevería a decir que homenajean a sus vecinos de La Banda Trapera del Río en
«Al Fuego» para acabar dando forma a un disco espléndido a cuyo rotundo sonido
colabora sin duda la siempre implacable mano de los hermanos García en los
estudios Ultramarinos Costa Brava. Que no se os pase por alto.
Sonando: Walking
the Dog de Dirty Rockets
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