Espléndido e inolvidable concierto el ofrecido la
semana pasada por Hollis Brown en la Sala Rocksound. La cosa pintaba bien. Sus
discos son excelentes, en mi opinión mejor el debut con Ride On The Train
que el último 3 Shots, pero en todo caso muy buenos ambos. Cumplir
expectativas es difícil, especialmente si estas son altas, pero los de Nueva
York lo hicieron ampliamente.
Llegados a este punto merece la pena recuperar la
visceral reflexión de mi buen amigo Manel Celeiro el día siguiente en Facebook:
“Ayer noche mientras el mundo reventaba fuera Hollis Brown convirtieron
Rocksound en un refugio cálido y acogedor. Grandes canciones, estupendo
vocalista y magnificas guitarras con la magia que bandas como Jayhawks o Wilco
se han dejado por el camino....Por cierto eché en falta a muchos de los que se
masturban compulsivamente cuando esas bandas pisan Barcelona. Ayer hubieran
tenido un orgasmo de los de verdad....”.
Omitiré el tema político porque no me apetece
hablar de ello y no es el lugar, creo. Manel habla de calidez y eso es lo que
transmite una propuesta de muy alto nivel, sin duda. Como él dice, las
canciones son muy grandes, las guitarras suenan precisas y las voces son
inmejorables. No, no estaban los fans de Jayhawks o Wilco. Los que correrán a sus
próximos conciertos sin importarles si sus últimos discos son buenos o malos, o
si sus últimas visitas han merecido la pena o no. Ya hemos hablado de ello y
cada vez estoy más convencido de que es una batalla perdida. Así tengo que
creerme, aunque me cuesta, a aquellos que dicen que el rock está muerto. Al
menos lo estamos matando. Lo matan estas actitudes y mucho me temo que
difícilmente lo resucitaremos. Los Jayhawks que fueron (y quizá vuelvan a ser
porque confío en Peter Buck) una gran banda llenarán una sala ocho veces
más grandes cuando vuelvan y unos Hollis Brown hoy infinitamente mejores
(tienen mejores canciones, y no hablo de clásicos de Louris y compañía sino de
sus últimos discos, cantan mejor porque Louris está demasiado solo y tiene más
química y magia) sufrieron para superar la media entrada en una sala pequeñita.
Un grupo que, por cierto, encajaría a la perfección gracias a su vertiente más
pop en ciertos círculos hípster que tampoco estaban. Ellos se lo perdieron.
Sonando: Ride
on the train de Hollis Brown
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