Lo de The Black Lips va a
traer cola y va a descolocar a unos cuantos de sus fans. De hecho, no me
extrañaría que algunos se bajaran del barco. Aunque a mí me han ganado por la
base. No solo porque su sonido se haya acercado tremendamente a los parámetros
en los que habitualmente se mueve un servidor (country, rock americano…), sino
porque admiro ese movimiento arriesgado que supone este trabajo y, sobre todo,
que ese riesgo se asuma con coherencia. Si hubieran ido a lo fácil, habrían
metido cuatro sintetizadores detrás de sus melodías, como tantos otros, y lo
hubieran llamado evolución. Ellos no. Los labios negros, notoriamente remozados
últimamente, han optado por investigar nuevos sonidos, evolucionar mirando al
pasado. Hacerse clásicos, y partir de ahí dar una vuelta de tuerca a su
propuesta. Haciendo que instrumentos como la pedal-steel, que ni siquiera había
asomado la cabeza en discos anteriores, aquí se convierta en esencial. Desde
que esa voz de cowboy pasado de vueltas o hijo bastardo del Bob Dylan de
Highway 61 Revisited arranca con la histriónica “Hooker Jon” sabemos que aquí
nada va a ser lo que parecía. Aunque no solo es una cuestión de sonido. Me da
la sensación de que este hecho, además, ha coincidido con la mejor colección de
canciones que los de Atlanta han conseguido reunir nunca en un disco. Incluso
nos dan algo del pasado con “Odelia”, un temazo tremendamente adictivo, que
sirve para que recordemos que estamos hablando del mismo grupo que grabó los
garajeros Good Bad Not Evil o Satan's Graffiti or God’s Art?, por
citar algunos. En ellos, y en el resto de su discografía, ya nos daban muestras
de su inquietud, pero nunca imaginamos que escuchando uno de sus discos nos
vendrían a la mente los Violent Femmes o los Rolling Stones de Exile On Main Street. Una genialidad.
Publicado en Mondosonoro
Sonando: Odelia de The Black Lips
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