Ese espíritu inseguro que
hace que las listas no nos convenzan desde el primer segundo posterior a su
confección tiene su carencia más sangrante en aquellos discos que no es que no
estén porque creamos en un determinado momento que no deben estar, sino porque
se nos olvidan. Algunos pensarán que eso es un buen motivo para que no estén.
Si se nos olvidan es porque tanto no nos habrán gustado. Pero no siempre es
cierto. Simplemente las circunstancias, el momento en que fueron publicados y,
sobre todo, la vorágine de novedades contienen parte de la explicación. Dos de
los largos que se me pasaron en mi lista nacional fueron los de Breis y Santos
Puertas. El primero tiene una explicación todavía más comprensible: estaba
convencido de que era un disco de 2018. Y no, Breis in Mocca se grabó en ese
año pero se publicó en 2019, y por tanto merecía estar. Un álbum en directo
grabado en estudio de temas tersos y crudos. Que yo a finales de año me moviera
en coordenadas más rockeras hizo el resto. Y ayudó sin duda a que pasara por
alto Triple Santos, un disco en el que Santos Puertas va del folk al blues o al
country en tres idiomas (castellano, catalán e inglés) mostrándose más que
inspirados desde sonoridades acústicas. No, no sé en qué puesto los hubiera
colocado, pero seguro que hubieran entrado en mi lista de no haberme olvidado.
Sonando: No lo había mirado de Santos Puertas
No hay comentarios:
Publicar un comentario