Ocho temas en poco más de
quince minutos. Y es que estamos hablando de punk ¡leches! Y los de Londres
demuestran saber a la perfección de qué va esto. Tienen mucho de grupos
ingleses como The Adverts o, sobre todo, The Buzzcocks, pero no giran la cara
al punk neoyorquino de The Dictators o Ramones. Su filosofía está clara, y más
leyendo sus declaraciones en una entrevista reciente: “tocamos música porque
tenemos que hacerlo, porque si no lo hacemos mataremos a nuestros compañeros de
trabajo”. Y parece cierto. Porque desde el primer momento se muestran rabiosos,
cabreados con todo y con todos, utilizando la música como vía de escape.
Canciones cantadas a voz en grito, aulladas, gruñidas. Por eso es poco probable
que vendan muchos discos. Están claramente fuera de tiempo. Y no es que su
propuesta no tenga sentido en este siglo, cargado de cosas por las que poder
liarse a puñetazos o, mejor, a guitarrazos, pero vivimos otra realidad. Si
fuera el 77, con discos como este, se comerían el mundo. Pero han pasado 41
años de aquello y solo unos pocos chalados seguimos disfrutando de sonidos así.
Sí, somos raros, pero también somos felices.
Sonando: Arkansas Porch Party de JP Soars
No hay comentarios:
Publicar un comentario