martes, enero 15, 2019

Reverend Peyton’s Big Damn Band - Poor Until Payday


En mi lista de mejores discos internacionales del año pasado figuraba, en el puesto número 13, el último trabajo de Reverend Peyton’s Big Damn Band, Poor Until Payday. Mirando la lista ahora, es el segundo disco de blues que aparece, ya que en el 7 se encuentra el fantástico álbum de Johnny Tucker. Los habituales de esta bitácora ya sabéis que defiendo que 2018 fue un gran año en cuanto a discos de blues, y estos 2, junto al de R.L. Boyce, que aparece en el puesto 25 de la lista tienen buena culpa de esta impresión totalmente subjetiva. Peyton y su señora siguen dándonos buenos sermones de blues pantanoso y sucio que, sin embargo, no pierde la esencia de los clásicos. Completa el trío el batería Maxwell Senteney, encargado de dotar de ritmo a unos temas que, sin embargo, deben, por deseo del propio director de orquesta, situarse en la sonoridad de Son House o Charlie Patton. Y la inclusión de batería y percusiones no hace que esto sea un problema. Peyton parte del blues rural, sí, pero se abre al rock, al country o hasta al funk sin rubor, consiguiendo sonar auténtico y honesto en todo momento. Que en este país un disco así haya pasado desapercibido incluso en los medios especializados no sé si me enerva o directamente me reafirma. Y es que hace tiempo que me azota la sensación de que no está hecha la miel para la boca del asno Resignación puede llamarse. Vivimos en un país en el que se sigue midiendo la calidad por el número de personas que acuden a tus conciertos o por el número de gente que escucha tus canciones en Spotify, sin darnos cuenta del aborregamiento al que estamos sometidos. Nos dicen qué hemos de escuchar y lo escuchamos. Envidia sana de otros países en los que la cultura es un bien muy preciado. Esos en los que el reverendo sermonea, y cientos de personas le escuchan.

Sonando: You Can’t Steal My Shine de Reverend Peyton’s Big Damn Band

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