En una de las últimas
visitas de Quique González a Barcelona aprovechamos un descanso que tenía en la
promoción programada para visitar la tienda verde de Revolver. Solemos hacerlo cuando nos juntamos. No se por qué y casi
sin hablarlo siempre acabamos pasando juntos por allí. Esta última vez Quique
estaba obsesionado con encontrar una canción de Stephen Stills pero no sabía el
título. José Ignacio Lapido se la había puesto la última vez que se habían
visto y andaba obsesionado con la que me aseguraba era “la mejor canción que había escuchado nunca”. Encontramos una de
esas ediciones que incluyen un par de discos con los dos primeros trabajos de
Stills aunque él empezaba a estar casi seguro de que la canción era «We Are Not
Helpless», al que cierra su disco de debut publicado en 1970. Al día siguiente
recibo un WhatsApp con un mensaje muy
simple: “era esa Edu. Es una de las canciones más bonitas escritas nunca. La
encontré. Qué maravilla”. El pasado 17 de abril, Quique hacía un chat en El Faro de Vigo y un seguidor le
preguntaba cuál era su canción favorita de otro artista en este momento. Su
respuesta ya la saben, «We Are Not Helpless» de Stills.
En un principio, la
canción fue interpretada como la respuesta de Stephen Stills al «Helpless» que
Neil Young había escrito para el Déjà Vu
(1970) de Crosby, Stills, Nash & Young pero su autor siempre lo ha negado y
no ha dado ningún tipo de crédito a esas especulaciones. Curiosamente, la
canción es considerada por muchos como el periodista Bruce Eder el defecto del
disco. Raro cuando muchos la consideramos de lo mejor de las diez canciones del
lote. Un tema que parece una simple cancioncilla folk y acaba convirtiéndose en
una especie de himno coral, con un pasaje central que cede el protagonismo a
los arreglos de cuerda para ir creciendo hasta llegar a un auténtico final
inesperado con coros góspel, la voz de Stills rompiéndose y el Hammond tomando
el mando. Cuatro minutos y veinte seguros de libertad creativa producto de una
abrumadora capacidad compositiva. Una ópera folk-rock que no llega a los cinco
minutos y que se convierte en una impecable forma de finalizar un disco
soberbio.
Una joya que servidor
está seguro de tener entre sus discos en forma de single. Dudo ante las
informaciones que encuentro por Internet que aseguran que nunca se editó en ese
formato. Debo haberme equivocado. Así que lo dejo correr y en aquel momento
pincho en la versión CD que tengo del disco de Stills hasta que ayer, buscando
otro 45 rpm la encuentro. Yo tenía razón, pero Internet también. La canción
nunca se editó como cara A de un single pero sí lo hizo como cara B de «Sit
Yourself Down» en una edición holandesa aparecida en 1971 y que es la que se
puso a girar en mi equipo, una y otra vez, a 45 revoluciones por minuto.
Sonando: We
Are Not Helpless de Stephen Stills
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