El nivel de excitación que ha producido en mi escuchar este disco de debut de Sarah Shook y sus Disarmers es similar al que me produjo la primera escucha, hace unos años ya del Somewhere Else de Lydia Loveless. Esa frescura para facturar rock americano de toda la vida no es hoy en día tan fácil de encontrar, y ahí está su mérito. La cosa tiene trampa, eso sí, porque este Sidelong se publicaba de manera independiente en un pequeño sello local para que ahora los siempre atentos capos de Bloodshot hayan decidido darle salida a lo grande.
Integran los Disarmers que acompañan a esta artista, como tantas otras, enamorada del punk, el guitarrista Eric Peterson, John Howie Jr. (líder de Two Dollar Pistol y de Rosewood Bluff) a la batería, Jason Hendrik al contrabajo, y Phil Sullivan al steel guitar. Una banda que suena de lujo en todos y cada uno de los temas incluidos en este disco. Cualquiera diría oyendo el espíritu punk que transita por estas canciones cercanas al country que Shook nació en el seno de una familia cristiana fundamentalista. Porque no, no es música del diablo, pero se le acerca. Ahí está el espíritu de Hank Williams y también el de Patti Smith. La fuerza de Waylon Jennings y la rotundidad de Mia Zapata. Marcando terreno redneck en "Keep The Home Fires Burnin '", cantando como los ángeles en “Sidelong» o convirtiéndose en una auténtica outlaw a partir de una letra insuperable en “Fuck-Up” ("Dios nunca comete errores, solo nos jode”).
“Creo que la verdad está ahí fuera, y lo único importante para mí es tener una audiencia lo más variada posible” aseguraba a la revista Rolling Stone que la eligió en julio del año pasado una de las 10 artistas country más prometedoras del momento. “En mi música eres bienvenido. Yo soy activista de los derechos civiles, bisexual, atea y vegana ¿sabes a lo que me refiero? Esto no es solo un montón de mierda redneck”. Declaraciones nada desdeñables en una artista que cita entre sus influencias a Belle and Sebastian, los Sex Pistols, Hank III y Frida Khalo. Y lo cierto es que el disco refleja a la perfección esas influencias, mezcladas con una batidora imaginaria, para acabar dando forma a temas espléndidos. Como “Dwight Yoakam”, una hermosísima y humilde balada dedicada a uno de los reyes del cotarro o “No Name” que podría pasar por una de aquellas Gunfighter Ballads de Marty Robbins. Sobrada de actitud, Sarah Shook parece explotar en cada nota, en cada acorde, en cada palabra. Abrumando al oyente. Convenciéndolo de que está ante una obra grande. Consiguiendo que éste olvide que estamos ante un debut y que no le será fácil mantener el nivel en el futuro. Aunque lo esperamos.
Publicado en www.efeeme.com
Sonando: Dwight Yoakam de Sarah Shook
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