Magnífico. Mo hay otra
forma de definirlo. Es imposible que un amante de los discos, da igual su grado
de coleccionismo, no lo pase bien leyendo este volumen. Una autobiografía que
recuerda irremisiblemente a Alta
Fidelidad de Nick Hornby, pero también a Pégate un tiro para sobrevivir de Chuck Klosterman, a Lost in Music de Giles Smith o incluso,
buscando más cerca, a Mil Violines de
Kiko Amat.
La cosa va del momento en
el que Eric decide recuperar la colección de discos de vinilo que un día
vendió. Eso implica la búsqueda imposible, no de aquellos discos, sino de
aquellas copias concretas. Porque eso es lo que él ha decidido. No quiere
cualquier edición, quiere aquella que ya estuvo en su estantería. Aquel disco
que tenía una raya en la segunda canción o el número de teléfono de su novia
del momento apuntado en la portada. Esquizofrénico. Hilarante. Pero de auto identificación
sencilla para cualquiera que en un momento dado haya sabido lo que es tener una
colección de discos.
¿Quién no ha tenido una
discusión con su mujer por comprar discos para los que no tenía espacio en casa?
¿Quién no tiene cariño a un álbum en concreto aun sabiendo que no es un gran
disco? ¿Quién no asocia la reproducción de una canción a ese saltito que
siempre da la aguja en el mismo sitio? ¿Quién no ha charlado como si fuera su
hermano con un desconocido que ha conocido en una feria de discos hace treinta
segundos? Claro, saben de qué les hablo y por eso disfrutarán enormemente con
un libro como este. No lo duden.
Publicado en www.mondosonoro.com
Sonando: Freight Train to
Nowhere de North
Mississippi Allstars
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