Fuera de mi habitual
sobredosis de rock de raíces norteamericanas, The Monochrome Set es una de mis
bandas favoritas. Y lo cierto es que no se explicar muy bien los motivos porque
hasta hace relativamente poco había pasado el grupo por alto. Quizá eso sea lo
bueno. Que la música te guste y no sepas explicar el por qué.
Entré en el universo
monocromático por casualidad. Un compañero tenía que hacer un artículo largo
sobre el grupo y ante su ineptitud reconocida con las nuevas tecnologías me
pidió que le descargara de Internet los pocos discos que no tenía y alguna
maqueta inencontrable. Evidentemente escuché lo que descargué. Y es curioso
porque eso hizo que nuestro primer encuentro se produjera mediante outtakes,
tomas alternativas y caras B. Probablemente esa sea también una de las claves
de nuestro eterno enamoramiento. Y es que, si ya me atrapó lo que oí, cuando lo
hice con sus discos más reconocidos y sus canciones titulares la cosa fue una
maravilla.
Por eso que The
Monochrome Set tengan nuevo disco es, para mí, una noticia enorme. Y más si como Cosmonaut
es otro trabajo fantástico. Post-punk y new wave británico de primer nivel.
Fíjense sino en esa delicia que es «Suddenly, Last Autumn», segundo tema del
álbum o en la insuperable «Tigress», adictiva desde ese teclado inicial hasta
el último de sus tres minutos y cincuenta segundos. Siempre los he visto,
salvando las muchísimas diferencias de estilo, como la versión británica de mis
queridos The Smithereens. Discos como este no hacen sino confirmarlo. Magistral.
Sonando: Cosmonaut de The Monochrome Set
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