“He sido comercializado
como un cantante negro de soul, y tal vez es lo que soy, pero no me siento así.
Yo estaba más acostumbrado a la clase media blanca inglesa. El hecho de que
ningún negro viniera a mis conciertos me hizo pensar que igual estábamos más
segregados de lo que creíamos, incluso en el tipo de música que escuchamos”.
Estas declaraciones que Michael Kiwanuka hacía en mayo de 2016 para una revista
británica explican la razón de nuestra canción política de hoy, «Black Man in a
White World» incluida en su disco del año pasado, Love & Hate.
“Soy un hombre negro en
un mundo blanco” es el mantra que repite la canción sobre unas palmas que
acompañan todo el tema. “Estoy enamorado pero sigo triste / he encontrado la
paz pero no estoy contento”. Casi nada. “Supongo
que es una declaración”, dice este cantante que creció en Muswell Hill, al
norte de Londres. Hijo de inmigrantes que huían del régimen de Idi Amin, en
Uganda, se educó en una estable clase media. Pudo estudiar en un buen colegio y
no le faltó de nada. Pero eso no ha evitado que se diera cuenta de que todo no
es tan fácil para muchos de los de su raza. “Todo entró en mi cabeza en la
adolescencia. Nos encontramos en una sociedad blanca europea y yo estoy en
medio de ello”. Por eso no se corta en cantar “no me importa quién soy/no me
importa quién seas”. Un claro posicionamiento político del que muchos
consideran sucesor de Marvin Gaye.
Sonando: Black
Man in a White World de Michael Kiwanuka
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