La primera vez que oí
hablar de Guillermo Alvah y Los Predicadores fue gracias a un CD homónimo del
que escribí en Ruta 66 que “cargado de
influencias anglosajonas entre las que no es difícil incluir los nombres de Bob
Dylan, Tom Petty, John Mellencamp o Johnny Cash, también se atreven a mirar más
cerca para adentrarse en terrenos ya transitados por gente como Quique
González, Manolo Tarancón o José Ignacio Lapido”. Escasamente un año
después pedía a Guillermo que me acompañara en la presentación de mi libro
basado en El Cabrero en Sevilla. Y otro año más después estaba convenciéndole
para que me dejara editar con Acaraperro su segundo disco, El Furor de las Rosas. Un álbum mucho más cercano al pop-rock,
aunque sin perder sus influencias básicas. Un disco cargado de hits como
«Mona», la canción favorita de mis hijos, «Secreto», «A nuestros pies» o «Mi
boca». Guillermo debería estar petándolo porque lo suyo no se aleja tanto de lo
que hacen gente como Los Zigarros o Leiva, aunque creo que lo conseguirá.
Calidad le sobra. Y, sobre todo, ganas. Muchas ganas.
Hoy Guillermo Alvah llega
a mi ciudad con uno de sus Predicadores, Suso Díaz para dar tres conciertos
organizados por Acaraperro. El primero de ellos esta noche, dentro del ciclo
Acaraperro interpretando íntegro Kamikazes Enamorados de Quique González. Lo
hago entre la ilusión y el desánimo. Lo primero por ver a Guillermo, por fin,
en directo y echarnos unas cervezas juntos. Sé que no me defraudará. Lo segundo
porque me veo desgraciadamente solo en el público. No estamos preparados para
ver artistas emergentes. No sabemos. No arriesgamos nada y nuestra cultura nos
impide ir a una sala a descubrir a un nuevo músico. Eviten hablarme de que hay
mucha oferta y poco dinero que me enciendo. La entrada de hoy vale 4 euros, sí
4 euros anticipada para dos tipos que vienen de Sevilla. Supongo que las pantuflas,
la bata y la mantita tirarán más. Respetable para quien no busque otras
excusas. Y reconozco que tengo la mínima
esperanza de equivocarme pero es tan pequeña…Al menos quedan las ganas de gente
como Guillermo que no pierde la fe. Ayer le enviaba un mensaje casi
disculpándome por la gente que habrá esta noche y su respuesta fue “no te preocupes, vamos a tope”. Una lección
más de la que muchos deberían aprender.
Sonando: Mona de Guillermo Alvah y los
Predicadores
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