Ganadores en 2015 del
Belgium Blues Challenge y segundo puesto en el European Blues Challenge, solo
por detrás de los patrios Travelin Brothers, Doghouse Sam & His Magnatones
se marcaron ayer un concierto de órdago en una, para variar, vacía Rocksound.
No entraremos en este tema porque ya cansa, pero sorprende que un concierto de
género no consiga un mínimo de público ¿Para qué darle más vueltas? La cuestión
es que los que estuvimos allí lo disfrutamos enormemente. Esa mezcla de blues y
rock and roll que los emparenta tanto con John Lee Hooker como con Bo Didley o
The Paladins suena exquisita en un escenario. Además, los tipos son majos como
pocos. Irradiaron simpatía y contagiaron de ella al escaso público demostrando
que, incluso, son capaces de superar ese tipo de adversidades. Consiguieron
hacernos bailar y transmitir el calor que su música desprende. Tocaron con la
nueva guitar cigar-box de la sala
(preciosa y cómo suena), bromearon sobre las chicas de su Bélgica natal, rieron,
saltaron, bailaron…En definitiva convirtieron una noche que aparentaba frialdad
en un concierto de esos que recuerdas mucho tiempo y que dentro de unos años,
por esas maravillas de la imaginación, seguramente habrá multiplicado su
público por diez al recordarlo. Magníficos.
Sonando: Ain’t
got time de Doghouse Sam & His Magnatones
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