He asistido con curiosidad
a esa competición establecida por Internet para ver quién era más fan o estaba
más afectado por las recientes muertes de Lemmy y David Bowie que ha tenido
incluso hueco en los excelsos redactores de El
Mundo Today. Yo, que no tengo todos los discos ni de uno ni de otro, he
intentado mantenerme al margen. Reconozco que las muertes de ambos me han
afectado (más la de Lemmy) y que, sobre todo, me han hecho pensar sobre todos
esos héroes que empiezan a irse sin aparente relevo. Porque, no nos engañemos,
esto se va a convertir en habitual por eso que llaman “Ley de vida”.
Miren, a mí no me gusta
el último disco de Bowie. De hecho, creo que no me ha gustado ningún disco suyo
publicado después de 1980 ¿Qué le vamos a hacer? Ayer hablaba con Jorge Ortega,
director de Ruta 66, “bowiano” de pro y amigo, y le decía que eso me pasa con
muchos grandes. Que difícilmente entrarían en mi lista de mis diez esenciales
de todos los tiempos. Ahí estarían Bowie o Lou Reed, por ejemplo. Pero eso no
significa que no sepa valorar su aportación a la historia de nuestra música y
que en una lista objetiva de esenciales de la historia no los incluyera. Lo
haría y muy arriba. Y tampoco supone que tampoco me entristezca su muerte. Lo hace
y mucho. Bowie escribió páginas de oro en eso que tanto nos hace disfrutar: la
música rock. Por ello cada pérdida de este tipo ha de ser considerada como el drama
que es.
Mi relación con Bowie
seguramente acabó con Scary Monsters
en 1980. A partir de ahí fuimos una de esas parejas que se llevan bien, que se
hablan cordialmente cuando se encuentran, pero que hacen la vida de manera
independiente. Mis discos
favoritos se reducen al citado Scary
Monster y a cuatro evidencias: Hunky
Dory (1971), The Rise and Fall of
Ziggy Stardust and the Spiders from Mars (1972), Low (1977) y Heroes
(1977). Después nos llevamos bien con alguna canción suelta pero nunca
un disco completo me acabó de llenar. Ayer, cuando me enteré de su muerte, sin
embargo, no pude evitar la sensación de que había perdido a ese familiar lejano,
ese primo segundo, al que nunca ves pero que sabes que está ahí. Ese del que
tienes recuerdos cuando desaparece. Y entonces vas a la estantería, coges tu
vieja copia de Hunky Dory y dejas que
canciones como «Life on Mars» vuelvan a sonar. Y crees en la magia. Otra vez.
Sonando: Life
on Mars de David Bowie
3 comentarios:
Tu coml siempre creyéndote por encima del bien y del mal.
Rebaja un poco que ir de sobrado no te hace ningun favor
¡Gracias por tus consejos!
yo tuve la suerte de que siempre me siguió emocionando...
uno de los mas grandes sin dudas, así de grave es la muerte suya... inevitable, pero por que no mucho maas adelante?
en fin, ya lo superaré... espero que en esta vida... salu2...
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