martes, enero 12, 2016

A propósito de Bowie



He asistido con curiosidad a esa competición establecida por Internet para ver quién era más fan o estaba más afectado por las recientes muertes de Lemmy y David Bowie que ha tenido incluso hueco en los excelsos redactores de El Mundo Today. Yo, que no tengo todos los discos ni de uno ni de otro, he intentado mantenerme al margen. Reconozco que las muertes de ambos me han afectado (más la de Lemmy) y que, sobre todo, me han hecho pensar sobre todos esos héroes que empiezan a irse sin aparente relevo. Porque, no nos engañemos, esto se va a convertir en habitual por eso que llaman “Ley de vida”.

Miren, a mí no me gusta el último disco de Bowie. De hecho, creo que no me ha gustado ningún disco suyo publicado después de 1980 ¿Qué le vamos a hacer? Ayer hablaba con Jorge Ortega, director de Ruta 66, “bowiano” de pro y amigo, y le decía que eso me pasa con muchos grandes. Que difícilmente entrarían en mi lista de mis diez esenciales de todos los tiempos. Ahí estarían Bowie o Lou Reed, por ejemplo. Pero eso no significa que no sepa valorar su aportación a la historia de nuestra música y que en una lista objetiva de esenciales de la historia no los incluyera. Lo haría y muy arriba. Y tampoco supone que tampoco me entristezca su muerte. Lo hace y mucho. Bowie escribió páginas de oro en eso que tanto nos hace disfrutar: la música rock. Por ello cada pérdida de este tipo ha de ser considerada como el drama que es.

Mi relación con Bowie seguramente acabó con Scary Monsters en 1980. A partir de ahí fuimos una de esas parejas que se llevan bien, que se hablan cordialmente cuando se encuentran, pero que hacen la vida de manera independiente. Mis discos favoritos se reducen al citado Scary Monster y a cuatro evidencias: Hunky Dory (1971), The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars (1972), Low (1977) y Heroes (1977). Después nos llevamos bien con alguna canción suelta pero nunca un disco completo me acabó de llenar. Ayer, cuando me enteré de su muerte, sin embargo, no pude evitar la sensación de que había perdido a ese familiar lejano, ese primo segundo, al que nunca ves pero que sabes que está ahí. Ese del que tienes recuerdos cuando desaparece. Y entonces vas a la estantería, coges tu vieja copia de Hunky Dory y dejas que canciones como «Life on Mars» vuelvan a sonar. Y crees en la magia. Otra vez.

Sonando: Life on Mars de David Bowie


3 comentarios:

Emilio dijo...

Tu coml siempre creyéndote por encima del bien y del mal.
Rebaja un poco que ir de sobrado no te hace ningun favor

Eduardo Izquierdo (aka Edu Chinaski) dijo...

¡Gracias por tus consejos!

JLO dijo...

yo tuve la suerte de que siempre me siguió emocionando...

uno de los mas grandes sin dudas, así de grave es la muerte suya... inevitable, pero por que no mucho maas adelante?

en fin, ya lo superaré... espero que en esta vida... salu2...