Pues me está costando lo
nuevo de Ezra Furman. De hecho, mi interés por su música ha ido decreciendo desde
que me impactara en 2003 con el magnífico Day of The Dog. Su Perpetual Motion People
ya me dejó muy frío hace tres años y ahora este Transangelic Exodus no sé cómo
encararlo. Sigue siendo un músico descarado, valiente, pero para mi gusto
demasiado experimental. Me gustaba más cuando su música transitaba entre The
Velvet Underground, Bowie y el garage que ahora, que parece que se inclina por
sonidos más experimentales coqueteando incluso con la electrónica.
Brillante en las letras,
eso sí, Ezra traza un disco intimista en lo temático. Utiliza sus canciones
como espejo reflejando en ellas todas sus inseguridades y sus problemas de auto
comprensión. Incluso se despoja de límites para cagarse en todo y en todos,
reclamando que pensemos más en los demás y menos en nosotros mismos. Es cierto
que cuando se pone más punk como en «No Place» o incluso fifties en «Love You
So Bad» me llega mucho más, pero es demasiado poco para lo que yo esperaba de
un artista que se me ha desinflado. Y ojo, debe ser cosa mía, porque los
críticos ponen el disco por las nubes. A mí, de momento, me ha dejado en un terreno
demasiado neutral. Y eso no es bueno al hablar de música.
Sonando: Driving
Down to L.A. de Ezra Furman
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