Nacido como James Wesley Voight, es curioso que un compositor como Chip Taylor tuviera que hacerse famoso gracias una versión del «Wild Thing» de The Troggs. Pero así fue. La canción formaba parte de su octavo disco, Hit Man (1996) y fue la que definitivamente le abrió las puestas del estrellato. Aunque quizá es todavía más triste que servidor no reparara en el bueno de Chip hasta que a partir de 2001 unió su carrera a la de la encantadora Carrie Rodíguez, debilidad personal. Juntos grabarían cinco discos, empezando su relación en 2002 con Let’s Leave This Town al que seguirían The Trouble with Humans (2003), Angel of the Morning (2004), Red Dog Tracks (2005) y Live from the Ruhr Triennale (2007). Luego ambos seguirían su carrera en solitario, pero manteniendo el contacto y un respeto mutuo. “Chip es un amor” me diría Carrie en la charla que mantuve con ella para la entrevista que le hice en Ruta 66. “Un tipo cargado de talento, elegancia y honestidad. Fue muy importante hacer esos discos para mí”. Taylor grabaría después varios discos notables e incluso llegó a ser candidato al Grammy al mejor disco por Yonkers, NY en 2011, premio que se llevaría Brothers de The Black Keys.
Y ahora, tras Little Brothers (2016), Chip Taylor regresa con A Song I Can Live With, un álbum producido por él mismo y Goran Grini, y grabado en los habituales (para él) Train Wreck Studios de Nueva York, sesiones que se completaron con alguna puntual en los Grini Studios de Noruega. Doce excelentes canciones que cuentan, por cierto, con la colaboración de Greg Leisz a la pedal steel guitar. Un disco maduro, cómo si no ha de serlo el de un artista de 76 años, pero lleno de sabiduría. Ideal para los que aman al más reciente Kris Kristofferson. Con canciones intensas, llenas de vida, pero asomándose sin miedo al final del camino. Básicas e instrumentación, casi parcas. Dejándolo todo prácticamente en manos de la áspera y castigada voz de un Taylor que se mueve entre la melodía y el recitado. Honesto. Tembloroso y firme a la vez. Dejándose el corazón en cada nota. Y rompiéndonoslo de paso a los oyentes. Soberbio, haga lo que haga.
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