jueves, octubre 07, 2010

Las transformaciones del animal

Una de mis cuentas pendientes era leer una biografía sobre Lou Reed. No es que sea mi personaje del rock favorito. Reconozco, incluso, que he llegado a tenerle algo de manía. Injustificada, pero existía. De hecho, durante mucho tiempo, en mi casa sólo se podía encontrar alguna cosa de la Velvet Underground y el Berlin que provenía de una colección de fascículos del quiosco. En una vieja caja de plástico, en casa de mis padres, quedaban las cintas de casette de Transformer y New York, originales, y la grabación de Coney Island Baby. Después, poco a poco, me fui haciendo con buena parte de su discografía en vinilo pero sin prisa. Iban cayendo casi por inercia. Veía uno en Discos Revolver y si "sobraba" algo de lo que pensaba gastarme caía en la saca. Y al final decidí leer una bio suya.

Fernando Navarro había escrito en su Ruta Norteamericana que la mejor era la de Víctor Brockis. Eso, unido a otras referencias como las del gurú Ignacio Julià me hicieron inclinarme por ella. Recuerdo la cara de estupor de Alfred Crespo cuando se lo dije y también su frase. "Bien, si le tenías manía a Lou Reed este es el mejor libro que puedes encontrar para que lo odies profundamente". Hoy lo he acabado. Y no odio a Lou Reed. Je,je,je. Llevo un par de años en los que he perdido esa fobia tonta a acercarme a su obra. Y entiendo lo que quería decir "Coco" Crespo. Porque el libro atiza a Reed a base de bien. Si es verdad el 25 % de lo que cuenta el tío es un "hijoputa" de mucho cuidado. Y probablemente lo sea. Pero ya saben los habituales que servidor intenta separar eso de la música en sí. Así soy más feliz y disfruto más los discos ¡Vaya personaje el amigo Lewis! Manipulador, cínico, psicótico, envidioso, rastrero....Eso es lo más suave que se me ocurre decir sobre su personalidad de psicópata enmascarado. Pero, curiosamente, lejos de odiarle, me atrae más su obra. Cual buen voyeur que se precie. Me encanta una de las anécdotas que cuenta Brockis sobre Dylan cuando explica que Lou siempre había odiado al de Duluth hasta que éste le dice a alguien cercano que le gustaría haber escrito una de las canciones de Reed. Entonces va el tipo ¡y se compra todos sus discos! El colmo es cuando años después se ven de frente. Por un lado Dylan y por el otro Reed y su guardaespaldas. Dylan abre los brazos en forma de abrazo y cuando Reed abre los suyos, su dylanísima se funde en un cordial nudo con ¡el guardaespaldas! Juas, vaya par....

Sonando: Dorita de Lou Reed

1 comentario:

Redacció dijo...

Aun me estoy partiendo, que bueno el sr.Zimmerman. Transformer, Coney Island Baby, Berlin y New York, su obra mínima a conocer, si, así es, también los tengo, son imprescindibles, bueno, New York me flojea un poco, pero como dices... a la saca.
Un Saludo