Para entender todo lo que
esconde el nuevo disco de Ryan Bingham es necesario echar la vista atrás. El de
Nuevo Mexico conoció las mieles del éxito cuando aquel «The Weary Kind» lo
llevó a ganar los premios Oscar, Grammy y Globo de Oro en 2009. El inicio de su
carrera había sido fulgurante, lanzando su primer disco, Mescalito (2007) ya con una disquera grande del country como Lost
Highway Records, pero su vida estaba a punto de ponerse patas arriba. Su madre
fallecía a causa del alcoholismo, y su padre se suicidaba en dos duros golpes
consecutivos. Todo empezaba a perder el sentido, y el músico entró en una época
turbia que, además parecía un reflejo de lo que pasaba en su país. Estados
Unidos estaba a punto de elegir un presidente homófobo y racista que amenazaba
con alzar un muro que no hubiera permitido que llegaran al país algunos de los
que ahora eran sus amigos. Porque aunque él llevaba tiempo viviendo en
California, venía de un estado fronterizo, donde la inmigración estaba a la
orden del día, y había pasado parte de su juventud en otro estado marcado por
la mezcla de culturas dada su situación geográfica como Texas, donde ejerció
como actor de rodeo montando toros y donde mejoró su técnica a la guitarra
practicando el clásico «Malagueña», para
acabar tocando canciones a sus compañeros vaqueros. Y así arranca este American Love Songs, producido por
Charlie Sexton, con Bingham recordando a ritmo de honky tonk, rock y góspel sus
primeras actuaciones en garitos de carretera en «Jingle and Go». Y así también
es como arranca un viaje conjunto con él por la América más social y política.
Con un equilibrio perfecto entre canciones que simplemente podemos considerar
“de viaje” como «What Would Have Become» o «Pontiac», un potente rock and roll
con guiño al violín zydeco y a los Rolling Stones en el arranque de su letra, y
temas con mensaje político y social. Y estos últimos son las que engrandecen, y
mucho su propuesta. Porque nunca nos habíamos encontrado con un Ryan Bingham
tan preocupado por lo que le rodea como el tipo que canta «Got Damn Blues», en
el que se nos aparece la sombra de Howlin’Wolf, o la balada «Situation Station»
donde acusa de forma directa a Trump: “el mundo está lleno de frustración/mientras
el presidente se caga en la nación”. No se puede decir más claro. Bingham ha
vivido la inmigración de primera mano, confiesa haber ayudado a algunas
personas a cruzar la frontera en busca de algo mejor para sus vidas, y
convierte este disco de canciones americanas de amor en un canto a la mezcla de
tradiciones, en un crisol de culturas sonoras, tanto de origen externo como de
origen interno. No sé si es su mejor disco, pero sí es el más ambicioso y
honesto a la vez. Y además suena chingón.
Publicado en Ruta 66 nº369
Sonando: Got Damn Blues de Ryan Bingham
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