Espléndido, como no podía ser de otra manera, fin de semana
pasado en Madrid. La cosa prometía pero ha superado todas las expectativas.
Combinación de relax, fiesta, trabajo placentero y, sobre todo, amistad, mucha
amistad. La cosa lo merecía, ya saben; cinco años de la Ruta Norteamericana
hicieron que Raquel y yo nos plantáramos en la capital del reino mientras
Twitter echaba humo con una posible abdicación del rey que no se produjo.
Cerveza en la Latina con mi chica que se enlaza con vista a Escridiscos y una comida de ilustres
acompañantes: el homenajeado Fernando Navarro, José Ignacio Lapido, Txetxu
Altube de Los Madison, Marcela Sanmartín, la mejor programadora de este país en
El Sol, mi señora y yo, para unirse poco después la gran Silvia Beltrán, socia
a la par que amiga en esos que hemos llamado Producciones “a caraperro”. Tras una fantástica comida en un rincón
de Madrid que no desvelaré para que siga permaneciendo en un interesado secreto,
algunos se retiran a descansar y Txetxu, Fernando y yo empezamos la recta final
que nos llevará al Sol. En medio pausa para asistir a la presentación de El Puño y La Letra de Don Luis Boullosa,
tan interesante como histriónica. Asisten la plana mayor rutera, con
excepciones y, sobre todo amigos a los que hacía mucho que no veía: Manuel
Beteta, Carlos Rego (¡tu libro es la biblia joder!), Esteban Hernández, Vicente
Merino (que vino de Barcelona como un servidor) y satélites al universo
routier, pero no por ello menos grandes entre los que destacaban José Luís
López Inchaurbe, capo de Río Rojo (¡qué bueno que viniste!) y José Luís Carnes de Mad Note, promotor
entregado a la causa e inventor del Pasaporte Americana. Además Juan Santaner
(el mejor manager del país), Johnny Burning, Fino Enemigos, Willy Tornado,
Adolfo Sánchez de Música Cósmica, y un
larguísimo etcétera.
La sala El Sol estaba a reventar y el motivo lo merecía.
Iniciaron The Low Willows con su rock americano de cánones fijos para
dejar paso a un Íñigo Coppel
trovadoresco. Ambo sirvieron de preámbulo al plato fuerte de la noche, el
concierto de Los Madison y José Ignacio
Lapido que fue espléndido y cuya reseña dejo para la web de Ruta 66. Después
tres horitas a los platos de un servidor que se lo pasó como un niño pequeño, a
pesar de los problemas técnicos de uno de los CDs que me obligó a utilizarlo
prácticamente de puente. Fin de la noche en al Wurli con Merino, Toni
Castarnado, Alfred Crespo y Willy Tornado. Campana y se acabó. Resaca a la
vista.
Sábado. Voz rota. Vermut en Dos de Mayo donde nos habíamos
desplazado a mirar discos de segunda mano para no comprar ninguno. Boullosa y
su chica, Crespo y Rego, Navarro,
Castarnado (atención a la foto de estos dos bebiendo agua, ejem) y
Vicente, mi chica y yo. Risas y discusiones. Nombres. De Left Banke a Honeybus
pasando por Camilo Sesto, Loquillo, Dylan, Tom Waits, Patacho o Kris
Kristofferson. Luego tocaba Almendro 13 y sus célebres huevos rotos para acabar
con un pacharán en la zona de Ópera. Por la noche concierto de Jaime Anglada
que acabó con el menda y los Madison en pleno suidos al escenario, o mejor
dicho sentados en el suelo, para cantar «Volver a Ser Un Niño» de los Secretos.
Y el domingo pasta de La Mallorquina para desayunar, AVE y fin de fiesta ya con
June en plaza Catalunya berreando el «Start Me Up» junto a The Smoking Stones.
Para aburrirse, vamos.
Sonando: Nunca
Tendremos Graceland de Jaime Anglada
2 comentarios:
Hey Edu, coicidí con Tony Castarnado en Radio City Discos (gran tipo vive Dios!), lástima no haberle podido ver a usted. Bueno otra vez será.
Un fuerte abrazo.
Sí señor, todo un placer saludarle a usted, Maese Chinaski, y a tan buena gente...
Y claramente, esto ya es enfermedad. El sábado yo opté por Erik Voeks en Madrid, que no había podido verle en Bilbao, y el domingo, recién llegado a casa, por Dani Merino grabando un acústico en directo en Getxo.
¿Resacas a nosotros? Nahhhh...
Un abrazo enorme!!!
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