Hoy es el día. Un 12 de septiembre de 2003 Johnny Cash se
marchaba para siempre. No utilizaré eso de que su voz se apagaba porque es fácil "volverla a encender" con el inconmensurable legado que nos dejó.
Sean gratas las
palabras de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti. Oh, Señor, mi
roca y mi redentor. Ese es el epitafio que reza en su tumba, un texto bíblico
extraído del Salmo de David, y que resume a la perfección su carrera: espiritualidad,
pasión y…su voz. Cuenta Johnny en “Cash
de Johnny Cash por Johnny Cash” , como dirían en High Fidelity, que siendo un crío su madre lo llevó a recibir
clases de canto. En la tercera de esas clases y tras haber hecho todos los
ejercicios indicados los tres días anteriores, su profesora de canto le anima a
cantar lo que le apetezca sin acompañamiento. Johnny piensa unos segundos y opta por
versionar a Hank Williams, uno de sus grandes ídolos. “No vuelvas a dar clases de canto nunca. No dejes que yo ni nadie cambie
el modo en que cantas”. Esa fue la respuesta de aquella profesora de canto
a la que hoy debemos buena parte de lo que Johnny desarrolló posteriormente. Quien
sabe qué hubiera pasado si alguien hubiera intentado domar su voz. Y aunque es
cierto que faltaban unos años para que Cash desarrollara su carrera como músico
aquella anécdota prácticamente intranscendental para cualquiera se convirtió en
una especie de mantra y un lugar al que volver cuando Johnny perdía la
confianza en sus fuerzas.
Quizá por esa voz es por lo que Johnny fue elegido por la
revista Rolling Stone en el puesto 21 de la lista de los mejores cantantes de
todos los tiempos siendo además el primer elegido en cuanto a cantantes de
country y superando a gente como Etta James, Van Morrison, Janis Joplin, Steve
Winwood, Jackie Wilson, Bruce Springsteen, George Jones, Jim Morrison, Donny
Hathaway, Buddy Holly, Wilson Picket o Mavis Staples.
Sonando: The Cowboy Who Started The Fight de
Johnny Cash
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