De vez en cuando uno, no sabe muy bien como, se topa con discos que se convierten en esenciales. Álbums escondidos que pasaron sin pena ni gloria por las listas de éxitos (si es que entraron) y a los que nadie les hizo mucho caso. Y un buen día, buscando en cualquier cubeta de vinilos, trasteando CDs en una tienda de mala muerte o, más moderno, descargando unos archivos de Internet te topas con algo mágico. Y eso es lo que me pasó con The Next Hundred Years de Ted Hawkins. Un disco grabado en 1994 y que podría ser el disco que Otis Redding o Sam Cooke hubieran grabado si no hubieran muerto en un fatídico accidente de avión, el primero, y en un turbio asesinato el segundo. Porque este disco raspa, duele, enciende, malea, siente. Desgraciadamente, poco después de publicarse el disco, Ted Hawkins fallecía de un derrame cerebral con 58 años cuando parecía que el éxito estaba a punto de llegarle.
Nacido en una familia pobrísima de Mississippi, a los 12 años ya estaba metido en un reformatorio y hasta los 25 estuvo saliendo y entrando de la cárcel sin parar. Incluso llegó a estar tres años seguidos encerrado por robar una chaqueta con la que protegerse del frío. En la cárcel aprendió a tocar la guitarra tocando para la mujer del alcaide y cuando salió, según su propia autobiografía, decidió ser cantante al oir a alguien llamado Sam Cooke. Consigue grabar algunas canciones mientras toca en ciudades como Chicago, Buffalo o Philadelphia. Su estilo era inmenso. Siempre sentado en una caja de leche y con un pie llevando el ritmo. Era su imagen y la gente cuando lo veía alucinaba del sonido que conseguía sacar de su vieja guitarra. Evidentemente blues pero también mucho soul. Con una voz áspera que se va estropeando por la dureza de los inviernos del norte de los States y por las muchas noches durmiendo al raso.
Pero en 1970 consigue un contrato discográfico gracias a Bruce Bromberg que su tendencia a los líos vuelve a cargarse. Sus problemas con la heroína le llevan a la cárcel por un período de 10 años. Cuando sale, Bromberg aún le espera y vuelve a contratarle. Edita un disco que pasa desapercibido para el público pero que la crítica pone por las nubes. Cosas de la industria. El dinero no llega y por eso en 1990 se traslada a California y vuelve a tocar por las calles. Hasta que Geffen le convence para grabar The next hundred years. Como decía un disco imprescindible y prácticamente insuperable. Un sonido conseguido a base de las cicatrices en el alma de un hombre de vida tortuosa. Con unos temas propios que quitan el hipo y tres versiones soberbias entre las que se encuentra «Long As I Can See The Light» de John Fogerty. Un disco vulnerable, honesto y sincero. De los que me gustan.
Sonando: Strange Conversation de Ted Hawkins
5 comentarios:
Hola Edu Chinaski!
Som dos joves aficionats al teu bloc, del qual t'en donam l'enhorabona ( dels millors de la red) i que tambè escoltam el teu programa de música.
Inspirats per tu hem decidit crear el nostre propi bloc musical. Es diu diesdecarretera.blogspot.com
Esperam que ens enllacis! Nosaltres ja et tenim enllaçat ! And keep on rockin'!
djxesc i banyasegol
Gracias por el cumplido....Enlazados están. Faltaría más.....
Edu... Ted Hawkins qué bueno...
Te recomiendo en su línea ahora a William Elliot Whitmore...imagino le conocerás...me recuerda un huevo o...dos.
Aunque es blanquito y barbudo como vos.
Ted es la mezcla perfecta entre Sam y Otis.
Grandísimo W.E. Whitmore. Conseguí sus discos en vinilo y es un crack...
Se encuentra fácil este disco Edu? Imagino que no...Me ha picado mucho la curiosidad tú comentario. "Escuchar "Animals In The Dark" de William Elliot Whitmore hiela la sangre. Menudo discazo.
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