Lo de Guadalupe Plata es fácil de explicar. Si hace unos
años (y varias decenas de posts) me preguntaba tras un concierto suyo por qué
su público se multiplicaba por momentos y el de otras propuestas similares no,
ahora lo tengo claro. Son buenos, lo que hacen lo hacen muy bien, y además
creen en ello. Decir que su nuevo disco se titula Guadalupe Plata parece de Perogrullo,
pero no crean. Igual ahí está la clave de todo, en su forma de entender sus
discos como un paso más de su carrera, una continuación del camino. Y en este
cuarto álbum siguen con esa idea. Buscan el groove, el mojo, y lo encuentran,
como casi siempre. Los andaluces son un rara avis porque siempre lo hacen. Siempre
consiguen que sus discos tengan algo que recordar. Y no, no son canciones. Porque
lo suyo no es construir hits ni temas memorables que se recuerden eternamente,
sino generar sensaciones, espíritu, blues, en definitiva. Tan fácil y tan difícil
a la vez.
Sonando: Huele a rata
de Guadalupe Plata
1 comentario:
Son creativos y tienen talento. Y dicen, todavía, que la escena está mal, ¿eh? Quién lo diría...
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