Se llama Joshua Black
Wilkins y es un fotógrafo tremendamente reputado en los States, pero también
graba discos como soles. Empezó a hacerlo en 2005 con Hellbent and Brokenhearted y su sexta incursión musical se titula Settling The Dust, con una portada que
irremisiblemente me recuerda al espíritu de For The Beauty of Wynona de Daniel Lanois. Lo
grabó en apenas unos días y en una cinta de dos pulgadas, y recoge todo aquello
que me atrae del Americana: buenas melodías, letras espléndidas, una voz
clásica y rasgada en ocasiones, instrumentos acústicos tomando el protagonismo…No
en vano asegura que “mis primeros héroes fueron Bob Dylan y Neil Young. Cuando
empecé a escribir a los 14 o 15 años eran el espejo en el que me miraba”. Buena
decisión, sin duda. Además asegura que las canciones perfectas son «Picture In
a Frame» de Tom Waits (“la mejor canción de amor que he oído nunca”) y «Dress
Blues» de Jason ISbell ("imaginarte allí te hace llorar”).
El proceso de grabación de
este disco lo inició con unas sesiones de grabación a las que llamó The Girlfriend
Sessions en las que pretendía seguir la senda del Springsteen de Nebraska. Cinco de esas canciones
acabaron formando parte de Settling The
Dust. En ellas y en sus acompañantes Wilkins demuestra sus armas: una voz
que recuerda a una mezcla entre Eddie Vedder y Tom Waits, cercana a la que
ofrece, por ejemplo White Buffalo, y una tratamiento espléndido de las
guitarras. Diez canciones tan buenas como «Late Night Talks», «Church On A
Hill» o «Glass House» que lo sitúan, y ojo a lo que voy a decir, a un nivel
cercano a a mi querido William Elliott Whithmore, y eso no es moco de pavo.
Sonando: Church On A Hill de Joshua Black
Wilkins
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