Todo el
mundo tiene un secreto. Así subtitula Miguel Martínez su libro La Mitad de lo
Que Quisimos Ser. Excelentes ambos para definir esa avalancha de situaciones
observadas y analizadas que Martínez deja caer contradiciéndose desde el primer
momento. Porque sí, todos tenemos algún secreto, pero los suyos, su manera de
pensar, su manera de entender todo lo que nos rodea dejan de serlo en estos
escritos que no me atrevería a definir como relatos, excepto en alguna contada
ocasión, sino más bien como trozos de la vida misma. La prosa de Martínez es
como el pensamiento. Llena de aristas, con elementos cruzados que te desvían
del hilo argumental para luego devolverte bruscamente a él. Llena de detalles,
de sentimientos y de reflexiones, a
veces, irreflexivas. Escritos de apenas un par de páginas la mayoría que te
transportan a situaciones conocidas, a lugares transitados y a canciones
escuchadas. Porque también hay música ¡y mucha! No sólo en esas canciones que
cierran cada texto a forma de epílogo por donde vemos pasar a Tim Hardin, Bob
Marley, Franco Battiato, Wilco, Bowie, Julio Bustamante, Xavier Baró, Sr.
Chinarro o Miguel Aceves Mejías, entre otros. Sino también en las propias
historias, impregnadas de melodía, llenas de armonía y a la vez disonantes.
Desafinadas en su musicalidad. Como la vida misma, vamos. Como la mitad de lo
que quisimos ser.
Sonando:
Star de David Bowie
PS: Mis
preferidos, por si se lo preguntan son los textos titulados Pilar, Pilar te quiero ¿no lo ves? y ¡Yo quiero ser Ho!
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