Y acabamos. La novena vez que vi a Dylan me lleva,de nuevo, al Poble Espanyol. Llevaba cinco años sin verlo y fue como el reencuentro con un viejo amigo en un lugar conocido. Quizá por eso decidí repetir en esa gira y después del bolo el 7 de julio de 2004, en mi ciudad, me voy a la tierra de mis primas, Córdoba, para verle hacer el 11 de julio una espectacular versión de «Forever Young».
La undécima es el estreno de Rakel en Dylan. Playa de la Zurriola en Donosti. Concierto benéfico, gratuito y en la Playa. Aprovechamos para hacer turismo y tenemos problemas para subir las escaleras de la pensión después del concierto por una sobredosis de zuritos.
Y la penúltima es, quizá, la que vi en el sitio más bonito de todos. Prada de Moles, Andorra. Rodeado de montañas verdes, un pequeño campo de fútbol da la bienvenida a Bob Dylan ya asentado en su papel de director de Big Band. Rakel y yo relajados después de pasar el día en Caldea. Ambiente genial y Dylan perfecto.
Hoy llega la decimotercera. No, no estoy nervioso pero sí inquieto. Como siempre que voy a verlo. El número me da igual. No soy supersticioso y Rakel lo considera un número de suerte. Sé que saldré encantado. Como siempre. Sé que me divertiré intentando adivinar tras los primeros acordes qué narices está tocando. Sé que al día siguiente leeré críticas en los periódicos diciendo que tocó canciones que no tocó y me reiré pensando en qué momento el crítico se fue del concierto a ver un resumen del mundial de fútbol. Y sé que volveré a tener la sensación de que igual es la última vez que lo veo. Mi compañero en esto del rock, el que nunca me ha fallado está a punto de irse. Lo presiento. No digo que vaya a palmar ¿eh? Pero al Never Ending Tour cada vez le queda menos. De eso no hay duda ¿Cuándo? Eso sólo lo sabe él. Como tantas otras cosas….
Sonando: Forever Young de Bob Dylan
1 comentario:
Disfruta a tope y nos lo cuentas!
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