Hay músicos cuya carrera nace, irremediablemente, con la etiqueta de “de culto”. Pocos lo son realmente. Casi siempre es una etiqueta usada para dar más empaque a un disco, para hacerlo más “in”. Pero si alguno realmente se merece dicho calificativo no se me ocurre mejor tipo que Jerry Moore. Pocas cosas se pueden decir de Moore. La información sobre su carrera es casi inexistente incluso en Internet. Datos biográficos que rozan prácticamente el misterio. Por lo poco que se sabe de él, parece ser que Moore era un predicador que intentó ganarse la vida como músico cercano al folk ¿dónde? por supuesto, en Greenwich Village. Empezó tocando en un grupo llamado Children of God interpretendo sólo espirituales. En él le acompañaba en las tareas vocales su hermano Don. Rápidamente tuvo una oferta para grabar su primer y único disco, Ballad of Birmingham, un excelente conjunto de canciones con las que se le suele comparar a gente como Tim Buckley, Richie Havens o Terry Callier pero mucho más espiritual, como no. Su disco se reeditó cambiando su nombre por el de Life Is A Constant Journey Home ¿o fue al revés? Tampoco está claro, pero es fácil encontrar dos referencias de Moore aunque ha de quedar claro que se trata del mismo trabajo con exactamente las mismas canciones. Un álbum fantástico con instrumentación sencilla pero cuidada y evidentes guiños al jazz y al soul. Todo un iluminado para la época, Moore fue un incomprendido en el Village. A pesar de poseer una voz fascinante y un talento deslumbrante su carrera empezó y acabó con ese fantástico disco. Sólo 7 canciones publicadas en 1967 que dejaban muestra de una capacidad innata para las melodías más bellas y los arreglos más adecuados. Pero nada. Moore se retiró, colgó la guitarra y dedicó el resto de sus días a jugar a basket en las calles y a predicar la palabra del Señor. Hoy sus canciones iluminan mi lunes…
Sonando: Anti Bellum Sermon de Jerry Moore
1 comentario:
Haremos por darle una escucha a esas siete canciones...Un saludo.
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