Me apetecía verla en pantalla grande después de un primer visionado en DVD sin subtítulos. Duct Tape Messiah, dirigida por Kevin Triplett. Así que el lunes me planté en el In-Edit para ver el documental sobre el gran Blaze Foley. Además, era una manera de resarcirme por no haber podido ir al cine el domingo tras una de esos famosos virus…Ahí va la reseña que hace un par de meses publicaba en el Ruta sobre ella. El cine confirmó lo que dije palabra, por palabra. Un tío muy grande.
¡Qué buenas noticias tener tanto material relacionado con Blaze Foley últimamente! Primero fue el disco con el que su amigo Gurf Morlix le homenajeaba. Y ahora es este documental dirigido por Kevin Triplett. Es Foley uno de esos personajes malditos que tanto gustan al perseguidor de leyendas. Nacido en una casa en un árbol, tuvo problemas con el alcohol toda su vida y fue asesinado por el hijo de un amigo en casa de éste en una situación nada clara. Su asesino fue absuelto al alegar legítima defensa y el amigo Blaze se convirtió en un mito. Lucinda Williams le dedicó «Drunken Angel» a un músico que han versionado Merle Haggard, Willie Nelson, John Prine, Lyle Lovett, Joe Nichols o incluso los Kings Of Leon. Por eso merecía una aproximación documental como esta. Porque era todo un personaje, capaz de llevar siempre encima las cintas de su primera grabación por su desconfianza en la industria, hasta que irremisiblemente las perdió. Anécdota que, como muchas otras muestra esta película de estructura clásica y visionado obligatorio para cualquier amante del género. Ya lo dice Lucinda: Blaze Foley fue un genio y un hermoso perdedor.
Sonando: Clay Pigeons de Blaze Foley
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