No era fácil. Su disco anterior, titulado con su nombre, era el más completo que había grabado hasta ahora. Pero tía Mako, como le hablamos a June de ella, es culo de mal asiento. No sabe estarse quieta y emprendió una difícil tarea. Se acercó a otro arte escénico: el teatro. Y aceptó encargarse de musicar unos textos de Edgard Allan Poe que, bajo la dirección de Calixto Bieito, iban a formar el eje central de Desaparecer, una obra interpretada por Juan Echanove y ella misma. Encima se atreve a hacerlo sin su banda habitual, esos makovskis que, a veces, se disfrazan de Chinaski. Estrena músicos, estrena texturas y repite intenciones, las de “matar” con su música al oyente. Hacerle traspasar horizontes y encaminarlo a terrenos sorprendentes en la escucha. Lo hace con una receta que domina como nadie. La de combinar esas piezas a piano y voz que estremecen («Disappear») con el blues arrastrado y calado de «We’re Alive», las cadencias oscuras de «Only Innocence Is Capable Of Pure Evil» o la experimentación de «The Gate». No falla, ni ella, ni la banda. Todo es muy bueno. Y era difícil. Mantiene el nivel, y encima nos enteramos que en agosto vuelve al estudio para grabar con sus makovskis. Sencillamente exuberante y, si me permiten, y por eso de las comparaciones, ya quisiera PJ Harvey….De momento, sólo lo pueden comprar en el teatro. Ah, sí, su título. De nuevo. Desaparecer.
Sonando: Iron Bells de Maika Makovski
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