No es un caso grave, pero lo cierto es que con el
nuevo disco de The Decemberists he sufrido algo que se podría definir como “la esclavitud
del crítico respecto a sus palabras”. Me explico. Entregué, por motivos de cierre, la crítica de What a Terrible World, What a Beautiful World
el 1 de diciembre. Sí, sí, el día uno del pasado mes de diciembre. El disco
llevaba en mi poder tres o cuatro días y había optado por una escucha semi compulsiva
para poder cumplir con el objetivo de reseñarlo. Podemos decir que lo hice
siete u ocho veces. Con eso, me enfrenté a la hoja en blanco dispuesto a
plasmar sensaciones. Hoy, con la crítica ya publicada, cambiaría unas cuantas
de mis palabras, aunque no puedo hacerlo. Y no, no es que me arrepienta. Al final de
eso se trata, de describir lo que un disco te hace sentir en un determinado momento.
Pero eso no evita que haya hechos como que hoy no calificaría al disco como desconcertante
para sus fans, sino que optaría por decir que es un discazo, y punto. De todas
maneras, para eso están la blogosfera y las charlas en las barras de los bares ¿o
no?
“Cuatro años hemos tenido que esperar para tener
nuevas noticias discográficas, en lo que a grabaciones en estudio se refiere,
de la banda de Colin Meloy. Demasiado tiempo para generar expectativas y eso no
es bueno. Los que esperaban de esta séptima entrega de los de Portland otro Hazards of Love ya pueden bajarse de la
nube, y lo mismo sucederá ante los que esperen un nuevo The King is Dead. Porque en What
a Terrible World, What a Beautiful World el folk-rock progresivo del
primero y el pop-rock del segundo se quedan a medias ¿Es eso malo? No,
ciertamente, pero sí un poco desconcertante. Quizá por
eso aseguraba Meloy en una reciente entrevista para Rolling Stone que la banda
regresaba “con una nueva perspectiva”.
Un camino que intenta mezclar lo mejor de sus dos álbumes previos y que deja la
sensación de principio de algo, aunque no quede muy claro de qué. Y ese es el
peligro de esta nueva y notable (no hablamos de un mal disco ni por asomo)
entrega: que no dejará satisfecho a ninguno de los dos extremos en los que se
han situado sus fans. Aunque en el fondo nos debe dar igual. Meloy se sigue
mostrando como un espléndido compositor y un excelente cantante, y temas como
«Philomena», «Better Not Wake The Baby» o «Make You Better» siguen estando al
alcance de muy pocos”.
Reseña publicada en Ruta 66 de Enero de 2015.
Sonando: Philomena
de The Decemberists
1 comentario:
Pues yo no lo tengo físicamente pero tras varias escuchas en el Spoty sí que da la sensación de que han vuelto a componer un buen puñado de himnos. No es ni será una de mis bandas de cabecera pero después de descubrirlos con The King Is Dead, tenía mucha curiosidad por ver qué eran capaces de hacer ahora y creo que al menos han igualado su obra anterior sin repetirse.
Excelente post. Es de sabios rectificar.
Un saludo
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