Los de Toronto rizan
el rizo. Han asegurado permanentemente en sus entrevistas que tras 23 años
juntos no necesitan iniciar aventuras en solitario y sin embargo publican este
doble disco con una cara dirigida por cada uno de sus miembros. Lo bueno es que
estos tipos se parecen tanto que el resultado no es para nada heterogéneo y
funciona a la perfección como un todo. Dieciséis minutos para que cada uno de
ellos de rienda suelta a su creatividad y ejerza de director de orquesta forman
este Commonwealth. Así se entiende
que a ratos puedan sonar a Joy Division y en otros a los Beatles del Abbey
Road. Un disco que puede suponer un antes y un después en su carrera por lo
arriesgado de su propuesta y porque, sin duda, cada uno optará por una de sus
caras como su preferida, representadas por un diamante, un trébol, un corazón y
una pica. Como si de cartas se trataran vaya, aunque en este caso estén bien
barajadas.
Sonando: Get Out de Sloan
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