martes, octubre 09, 2012

Adiós Nick


El domingo me levanté con la noticia del fallecimiento de Nick Curran por culpa del maldito cáncer que le azotaba hace años. Y no pude evitar que me pasara lo mismo que me sucedió en 2010 cuando escribí la reseña de su Reform School Girl como disco del mes del Ruta. Pensé en Mario Cobo, que me lo había descubierto, y me entristecí aún más. Sabía que Mario también estaría muy triste por un tipo joven que se nos va con la sensación de que aún le quedaban muchos buenos discos por entregarnos. Hoy lo homenajeo recuperando aquella crítica, pero no será mi último tributo, porque cada vez que pinche su música seguiré haciéndole el que a él más le hubiera gustado. Adiós Nick.

Cada vez que un disco nuevo de Nick Curran llega a mis manos no puedo evitar recordar la figura de mi buen amigo y líder de Nu Niles Mario Cobo. Recuerdo como una tarde-noche mientras hablábamos de músicos blancos que hacían música negra me dijo “¿quieres un tipo blanco que suena verdaderamente como un negro? Pues busca cualquier cosa en solitario de Nick Curran”. Y así fue. De esta manera, Curran y yo iniciamos nuestra particular historia de amor músico-oyente. Antes, entre este excelente guitarrista de Maine y yo, sólo existían los simples devaneos de cualquier relación adolescente. Una grabación junto a Donnie Dawson por aquí, otra como miembro y referente de los Jaguars de Kim Lenz por allá….Nada serio. Pero decidí hacerle caso a Cobo y cayó en mis manos Doctor Velvet, el disco que Curran acababa de sacar el año anterior. Corría el 2004. El flechazo fue inmediato y más cuando aquel mismo año Curran se saca de la manga el esplendoroso Player ¡Qué maravilla! ¡Qué manera de entender el rock and roll! Busco y encuentro sus discos anteriores. Los disfruto. Me dejo transportar a otros tiempos. Me visualizo en los 50. Sin tupé, que uno es un soñador pero no tanto. Y además el espejo me recuerda cada mañana la imposibilidad de ver en mí ese elemento básico para mi imagen de estrella del rock and roll. Pero todo lo demás está ahí y, por encima de todo, los discos de Curran. No me hace falta rebuscar entre LPs grabados hace 50 años para poder hacer ese viaje imaginario.

Pero ninguna relación es perfecta. O casi ninguna. Y el amigo Nick decide aparcar su carrera en solitario precisamente ese mismo año 2004. En nuestro mejor momento. Primero se convierte en miembro de The Fabulous Thunderbirds con los que llega a grabar, incluso, el disco Painted On. Después forma con Ronnie James Degüello una banda de punk’n’roll que bebe de Screamin Jay Hawkins, Flat Duo Jets o Ramones, aunque la historia le dura apenas unos meses. Compone canciones para la hoy famosísima serie de televisión True Blood, en la que llega a intervenir como actor, y se enrola en el grupo The Flash Boys para acabar dándose cuenta, gracias a Dios, que llevábamos demasiado tiempo sin un disco suyo. La solución, Reform School Girl.

Señores ¿qué es el rock and roll? Adrenalina, energía, pasión, alma, potencia, sentimiento…¿Si? Pues este disco es todo eso y mucho más. No exagero si afirmo que algunas de estas canciones podrían haber estado en el primer disco de Little Richard y no hubieran desentonado para nada. Porque el álbum es una fiesta de principio a fin. Un Curran, a quien por cierto le acaban de diagnosticar un cáncer de lengua, canta y toca como nunca. Exhuma clase. Respira esencia. Fluye soul. Desde la inicial y espectacular «Tough Lover» (¿el tema del año?) que inicia el álbum poniendo las cosas en su sitio y que, en mi opinión, mejora la original de Etta James. Pasando por «Reel Rock Party» en la que Curran nos recuerda que esto es rock and roll pero que el nació en 1977 y sabe actualizar su sonido. Aunque quiera recordar, eso sí, que Howlin Wolf está en su paleta de colores, con especial atención para la armónica de Jason Ricci, su Little Walter particular, sobrevolando toda la canción. Y para llegar al tema que titula el álbum y que seguro hubiera encantado a Joey Ramone. En la línea del «Be my baby» de las Ronettes o del «Don’t Worry Baby» de los Beach Boys, Curran quiere sonar a clásico y lo consigue con una de las canciones más bellas de los últimos tiempos. En esos tres temas, el caballero resume lo que nos va a dar en los once que restan hasta el final. Descargas como «Kill my baby», semidosis surferas como «Psycho» o rock and roll de medio tiempo de esos que tan bien dominaba Esquerita como la vuelta de Sheena, «Sheena’s Back», en un guiño a sus admirados Ramones. Un disco sin fisuras ni en las canciones ni en la producción. «Ain’t no good» introduce nuevas texturas tras la explosión de la extasiante «Baby you crazy». «The Lowlife» nos lleva al respiro de «Dream Girl» para encarar un final de disco apoteósico. «Flyin Blind» acercándonos algo al contry’n’roll y a figuras como Carl Perkins, quizá por estar compuesta a medias con Dave Alvin que aparece en algunos temas del trabajo y «Lusty L’il Lucy» que tontea con el swing de lejos. «Filthy» duele de buena que es y sorprende al ser consciente que es herencia de sus tiempos con Degüello. Y para acabar, la excelente e impactante versión del «Rocker» de AC/DC que Curran lleva años haciendo en directo y que aquí se despacha en apenas minuto y medio de puro Little Richard (¿de nuevo?). No parece que el diagnóstico de su enfermedad durante la grabación del disco restara ni un ápice de energía a Curran. Más bien todo lo contrario. Nick nos chulea, desde el principio. Y a nosotros nos gusta. Háganse un favor y no lo dejen pasar.

Sonando: Dream Girl de Nick Curran

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