jueves, junio 28, 2012

168


Soy amante de las listas de reproducción del iPOD. Me sirven y mucho para encontrar lo que quiero/necesito en cada momento. Ya saben los habituales que mi trabajo me permite pasar muchas horas oyendo música. Y andamos metidos en una vorágine de curo infernal. Lo bueno de eso son esas decenas de canciones que van cayendo, una detrás de otra. A veces opto por el random. Ya saben, que el pequeño aparatejo me haga de radio y me vaya sorprendiendo. Otras opto por carpetas como Blues, Soul, Girls Voices, Fronterizo o Best Songs, en la que recojo aquellas canciones que me pegan un subidón. Como «Happy» de los Stones, «Steve Earle» de Lydia Loveless o «The Deed And The Dollar» de Shooter Jennings. Ayer, en vista de las horas y horas que iba a estar con los auriculares en mis orejas decidí probar una nueva opción. Siempre llevo otra lista de reproducción a la que llamo simplemente “Últimos Añadidos”. Creo que no es necesario explicar lo que incluye. Decidí ponerla desde el primero hasta el último de sus temas en orden. Es decir, escuchar todos los discos que incluye una vez uno detrás de otro. Lo adivinaron. 168 canciones.

Empieza la cosa con Corey Branan y su reciente Mutt. Muy buen disco de rock americano arriesgado con unas dosis de experimentación que me gustan mucho. Especialmente acertado el tema «Snowman» que me engancha. Yo sigo dale que te pedo a las teclas mientras llegan Beachwood Sparks y The Tamished Gold. E stambién rock americano pero entendido de manera completamente distinta. Ecos pop. Harmonías vocales. Y también algo de experimentación, aunque con un espíritu diferente. Me duelen las manos y el cuello. Me estiro mientras suenan los compases del nuevo disco de The Dimestore Junkies. Esto es más poderoso. Las guitarras retumban. Sí, sí, también es rock americano pero tiene algo que lo tira hacia el rock más pesado excepto en sus pasajes más acústicos. Bebo agua y me levanto. Dejo los cascos. Miro a un lado y a otro de la oficina. Ya saben, parar los cinco minutos de rigor para que la cabeza no me duela más de lo que me duele. Seguimos. Arliss Nancy y Simples Machines sí que es Americana pura. Pero bien bonita, trabajada y con grandes canciones. Redondito. Llegan The Blasters con Fun At Saturday Night. Homenaje al bueno de Phil Alvin que anda bien chungo. Rock and roll festivo. Es un cambio de tercio aunque regresamos a los parámetros anteriores con Drew Holcomb & The Neighbors que empieza su disco con una versión del «Don’t think twice» de Dylan.  Luego el «Learning To Fly» de Petty. Un disco fresco y tranquilo. El Come See Me de Little Boy Story es otra cosa. Pura adrenalina. Rock & Roll salvaje para despertarme del muermazo de curro poco antes de comer.  Pausa y a zampar. Luego seguimos.

Abre la tarde el nuevo y sorprendente disco de The Outlaws. Y digo sorprendente porque It’s About Pride es realmente bueno y suena totalmente actual. Rock Sureño con mucha clase y temas lentos fantásticos como «Alex’s Songs». Puta Madre Brothers son otra buena banda para hacer ese click que vuelva a enchufarte. Australianos haciendo garaje chicano. It’s a long lon way to Meximotown es su último disco y es otra sobredosis de guitarras y voces distorsionadas a toda leche al son de ritmos maricahis. Truckstop Darlin nos regresan a la senda del rock americano. Es el que menos me gusta del lote y aprovecho para concentrarme en lo que tengo en la pantalla y que la música me haga de hilo musical. Langhorne Slim me saca de la situación con su nuevo The Way We Move. Un tipo afable al que tuve el placer de entrevistar y un auténtico crack. Y este e sotro disco fantástico lleno de blues, soul y country interpretado de manera magistral por un tipo que merece muchísimo más. He pasado ampliamente las 100 canciones cuando llego a Australia 1999, lo nuevo de Sloan. Nada nuevo en el horizonte. Los canadienses en concierto con su power-pop vitaminado me van que ni pintados para ir cambiando de estilo. Todd Snider y su homenaje a Jerry Jeff Walker, Time As We Know, me devuelven a ese estilo que me encanta. Snider es uno de los songwriters más interesantes de la actualidad y aquí se centra en su faceta de intérprete en otro muy buen disco. Las siete y media de la tarde. Hace hora y media que debería haber plegado. Así que recojo mis cosas y cuando suenan los primeros acordes del Shakedown de Hacienda me largo para casa. Será mi banda sonora en el autobús. Un disco casi bailable compuesto a medias con Dan Auerbach que no viene mal para acabar una dura jornada. Al llegar a casa, casi al entrar por la puerta, el último tema acaba. 168, en total. Ahí lo dejo.

Sonando: Veronica de Hacienda

1 comentario:

Juanma dijo...

joder Eduardo, ¿no te destrozas los tímpanos?.

saludos