Mi cuñada es indie y yo un talibán

Mi cuñada Elena va a ser mamá. Esto no viene a cuento, y no tiene nada que ver con lo que voy a intentar explicar pero como estoy tan contento tenía ganas de decirlo. El otro día, de hecho, se lo explicaba a la profe de June mientras ella me miraba con cara de “y este ¿qué me explica?”. Cosas de ser un futuro tío feliz.

De lo que quiero hablar es de que Elena, que es una de las mejores personas que conozco y a la que admiro en muchas cosas, es indie (Elena, lo eres ¡juas!). Yo se lo digo continuamente para hacerla rabiar, cosa que no suelo conseguir, y lo hago como si ser indie fuera ser un apestado, algo malo. Lo es por su forma de vestir y por la música que escucha. Ella oye a Coldplay o a The New Raemon, se compra el bono del Let’s Fest y suele asistir al Primavera Sound. Pero ¿dónde está lo malo? Pues en mi cabeza. Ella es indie y yo un talibán gilipollas. Para empezar es una persona con inquietudes. Y eso me gusta. Da igual las que sean. La cuestión es que ella escucha música, lee o diseña ropa y, de hecho, todo lo hace de manera mucho más abierta que yo. Ella se traga todo lo que yo le grabo y luego decide si le gusta o no. Pero me deja a mí el criterio de elegir lo que le paso. Entonces ¿quién soy yo para decidir que lo que yo escucho es mejor que lo que ella escucha? ¿quién me he creído? ¿me habré acabado creyendo ya un crítico “de verdad”?¿por qué mi criterio es mejor que el suyo? Palabra a palabra me voy sintiendo más gilipollas aún. Y más talibán. Yo, en cambio, me dejo llevar por etiquetas u opiniones ajenas. Ella opina que Wilco le recuerdan en los últimos tiempos a un grupo del estilo de Coldplay (toma ya). Yo la hubiera matado ante tal afirmación pero luego lo pienso y, en esencia, no le falta razón. Porque han alcanzado un status que a Tweedy y compañía les permite hacer lo que les de la gana. Aunque musicalmente la cosa es evidente que no tenga color. Pero ella no hablaba tanto de la música sino de la actitud del exterior hacia ellos.

Por eso decido acercarme sin pudor al último disco de Ha Ha Tonka, antes llamados Amsterdam. Banda de Missouri que pasa por ser lo último en los states. Les doy una oportunidad a los llamados nuevos Kings of Leon (¡!). Y descubro once canciones silvestres que aúnan lo indie, sí, pero con la música de raíces muy presente. Me abstraigo. Me olvido de etiquetas ¡y disfruto el disco! Porque ahí hay tanto de Arcade Fire como de Counting Crows o Soul Asylum. Es comercial ¿y qué? Springsteen también lo es joder. «Usual Suspects» se clava en la mollera y te dan hasta ¡ganas de bailar! Esto es Americana ¡del siglo XXI! Elena este es de los que te gustan, y a mí también.

Sonando: No Great Harm de Ha Ha Tonka