Hoy los Nu Niles (o lo que queda de ellos) están en boca de
todos. Su presencia como acompañamiento de Loquillo ha sorprendido a propios y
extraños. Al menos a aquellos que no conocían de su música. Al resto no nos ha pillado
desprevenidos que, en este caso para Mario Cobo y Blas Picón, todo sean
parabienes. Cosas del mainstream.
Hace unos días servidor andaba metido de lleno en un cambio
de estanterías de lugar. Trabajo doméstico poco apetecible y cansado donde los
haya. Cual fue mi sorpresa cuando al retirar uno de los dichosos pueblecitos de
la pared me encuentro debajo y con la portada semi rota (con el subsiguiente
cabreo) el primer EP editado por los Nu Niles. Cierto es que sigo enfadado
conmigo mismo por mi falta de cuidado, y que la portada del hoy inencontrable
single está echa trizas, pero al menos el interior está impecable y me sirvió
para recuperar a aquellos primerizos rockabillys en mi plato ¿Quién le iba a
decir en aquel lejano 1998 a
Mario Cobo, casi difuminado en la foto de portada, que casi veinte años después
el proyecto que se convertiría en suyo acabaría dando nuevo bríos a Loquillo, y
que Miguel Ángel Garro, cantante de aquel EP, sería telonero de la misma gira
con su proyecto actual, The Velvet Candles? Pero es que, aunque lejos de lo que
ahora ofrecían en sus últimos tiempos como trío, los Nu Niles entonces ya tenían
la esencia de algo que olía muy bien.
Cuatro canciones que son la semilla de una carrera
electrizante y tan destacable como injustamente discreta. Cara A para el «Dark Skin»
de Miguel Ángel y el «Out of Business» de Cliff Bruner & His Texas Wanderers
y una B reservada para que Cobo empezara a mostrarse como el excelso compositor
que es con «Rock-A-Duba», a medias con Garro, y el tema titular del
lanzamiento, «Haircut Boogie», uno de los clásicos iniciales de la banda. Una joya.
Sonando: Haircut
Boogie de Nu Niles
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