Ayer el último
disco de los Marañones fue disco del día en Efe Eme reseñado por un servidor y
que introduje así:
Once. Nada más y nada menos. Que una banda con tan
poca atención mediática como Los Marañones haya conseguido llegar a ese número
de discos en sus más de veinticinco años de existencia tiene un mérito difícil
de valorar. Además lo han hecho con la dignidad del que siente que lo que hace
le sale del fondo de sus entrañas. Con altibajos (¿quién no los tiene?). Con
discos mejores y discos menos mejores (que no peores), pero con la honestidad y
el buen hacer como principal seña de identidad. Porque los Marañones son ese
hermano mayor al que siempre te puedes abrazar cuando tienes un problema. Ese
amigo que no te falla. Ese hombro que siempre está ahí para
hacerte pasar buenos momentos, simplemente, y no es poco, con un montón de
canciones. Y el nuevo montón lleva por título “Historias sin principio ni
final”.
Como se puede extraer de la reseña publicada por Efe Eme, me ha encantado el disco, y es que
siempre he sido muy fan de la banda murciana que para mí tiene su obra cumbre
en Shangri-la (1999). El hecho de que este nuevo Historias Sin Principio Ni
Final esté en la línea de aquel confirma mi percepción sobre el álbum. Tienen
espíritu de supervivencia y su principal arma son las buenas canciones. Me da
que así conseguirán seguir haciéndonos felices mucho tiempo.
Sonando: El
Diablo Vino A Mí de Los Marañones
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