Hace sólo tres semanas Los Lobos, una de mis bandas favoritas, participaban en uno de los Ramble At Ryman que Levon Helm convocaba periódicamente en su granja-estudio de Woodstock (lo hicieron junto a Mumford & Sons). Mis lobunos amigos mantenían una larga amistad con Helm y por eso, Louie Pérez, a quien tuve el gusto de entrevistar hace un par de años dedicaba unas bonitas palabras a Levon tras conocer su muerte. Vino a decir algo así…
David Hidalgo y yo llegamos a Woodstock una fría noche de 1991. Habíamos volado desde L.A. para grabar unas canciones con algunos de nuestros héroes musicales para nuestro próximo disco. Cuando apenas habíamos lanzado las chaquetas en una silla sonó el teléfono. Al otro lado del auricular una voz, con ese tintineo tan característico del Sur, me dijo. “Hey Louis, soy Levon. Bienvenido a Woodstock. Hazme un favor. Ponte las botas y los abrigos y vente con David a mi casa a comer unos buenos tacos”. Veinte minutos más tarde estábamos en un viejo Caddy de los 80 conducido por la voz que convirtió a The Band en un grupo reconocible por cada hombre, mujer, perro o gato. Pasamos el resto de la noche juntos comiendo fritos bañados en salsa de carne, haciendo zapping en canales que hablaban de la guerra del Golfo. “Por mi Dinero” que este tío era uno de los más grandes. Nos emocionó sinceramente. Para mí y para David era más que una inspiración. Era un amigo, el más solidario y espiritual. Nunca olvidaré su imagen, diciéndonos adiós en nuestra puerta, con el estómago lleno y dolor en todo el cuerpo de tanto reírnos, saludando mientras su viejo Cadillac gigante se alejaba en el blanco invierno nocturno. Siempre te querré.
Sonando: When I Go Away de Levon Helm
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